Qué se dice
Prohibido envejecer

Qué se dice <BR><STRONG>Prohibido envejecer</STRONG>

Así como para millones de dominicanos resulta prohibitivo enfermarse por los altos costos de las medicinas y la atención médica, sobre todo la especializada, ahora hay que decir que también lo está el ponerse viejo, pues una vez cruzada la fatídica barrera de los 65 años están huérfanos de atención médica segura y oportuna para sus quebrantos el resto del tiempo, poco o mucho, que les quede de vida.

José Cruz Pichardo, presidente de la Asociación Dominicana de Aseguradoras de Riesgos de Salud, no ha podido ser más claro al refutar las declaraciones del doctor Bernardo Defilló, Superintendente de Salud y Riesgos Laborales: sus afiliados no están obligados a ofrecer atención a las personas mayores de 65 años de edad porque todavía no ha entrado en vigencia el Seguro Familiar de Salud. Los envejecientes son considerados, junto a los niños menores de cinco años, como los grupos más vulnerables de cualquier sociedad, lo que los hace merecedores de mayor atención y asistencia como efectivamente ocurre en los países desarrollados a los que aspiramos parecernos, menos en la República Dominicana, que para colmo se encuentra entre los cinco países de América Latina que registran las mayores tasas de mortalidad infantil como acaba de recordarnos la directora de la Organización Panamericana de la Salud. ¿Para dónde era que íbamos?

El mensaje

  Si espanta constatar, a raíz del asesinato de un importante funcionario de Aeronautica Civil, que los crímenes por encargo son ya parte de la cultura criminal dominicana, mucho más espanta el mensaje que acompaña a esa muerte, que guarda un inquietante paralelismo con la ocurrida hace unos meses en el túnel de la avenida Las Américas, donde fue asesinado a balazos por varios sicarios que lo emboscaron un inspector de la Dirección General de Aduanas que, al igual que Angel Christopher Martínez, tenía fama de ser intransigente con la corrupción. Lo peor del caso es que esos atentados podrían legítimamente interpretarse como un disuasivo, imposible de ignorar, para aquellos que pretenden actuar con honradez y responsabilidad al frente de una posición pública, como si no bastara la insultante impunidad de los depredadores del erario público que andan por ahí paseando su flamante honorabilidad adquirida a papeletazo limpio.

La orden del fiscal

  Desde hace años los “jevitos”, o “hijos de papi y mami” como también se les llama, utilizan las principales avenidas de la Capital para competir en sus veloces automóviles, y desde entonces han venido estrujándole en la cara al país la impunidad de su estirpe gracias mas que nada a la indiferencia cómplice de una autoridad demasiado consecuente con los desbocados cachorros de nuestras clases privilegiadas. Pero las cosas pueden ser diferentes a partir de la muerte, en la avenida 27 de Febrero, de un joven estudiante de Medicina atropellado por dos vehículos que competían a alta velocidad y con las luces apagadas, siempre y cuando sea verdad que de ahora en adelante, cumpliendo instrucciones del Fiscal del Distrito Nacional, la Policía apresará a quienes utilicen nuestras avenidas como pistas de carreras sin importar el abolengo, político o social, de sus progenitores.

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