QUE SE DICE
Recordatorio

QUE SE DICE <BR>Recordatorio

Oportuno es recordar, para evitar precipitadas exculpaciones, que la práctica policial de asignar a particulares vehículos robados no es menos nociva para la salud moral e institucional del país por el hecho de remontarse al último gobierno del doctor Joaquín Balaguer o muchísimo antes, si es que se considera necesario ampliar la cobertura de la coartada, pues se trata de una costumbre que ha logrado «legitimarse» al amparo del silencio y la complicidad de sus prohijadores y beneficiarios. Nunca es tarde, ni debe serlo jamás, para poner fin a una práctica que precisamente por vieja y viciosa debería llenar de verguenza a la Policía Nacional, la de antes y la de ahora. Es de esperar, entonces, que las autoridades responsables de airear el escándalo de la asignación irregular de vehículos robados durante la pasada jefatura policial se animen, responsablemente, a terminar lo que empezaron.

 Tradición

Mucha gente ignoraba, hasta que lo ha revelado el jefe de la Policía Nacional, que cada 28 de abril -fecha en la que se conmemora la poblada, ocurrida en 1984, en la que perdieron la vida más de cien dominicanos y dominicanas- las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional disponen una vigilancia especial en las entradas y salidas de la ciudad así como en puentes y otros puntos estratégicos, a fin de evitar la repetición de aquellos tristes acontecimientos. Por eso el mayor general Manuel de Jesús Pérez Sánchez se atreve a decir que esa vigilancia se ha convertido en una tradición en los últimos años, lo que no ha impedido, sin embargo, que el inusual despliegue de tropas provoque alarma en una población que desconocía que estuviese bajo alguna amenaza, disparando -de paso- la siempre activa fábrica de rumores y especulaciones.

 Aprendiendo a caminar

El Procurador General de la República, el doctor Francisco Domínguez Brito, dice estar convencido de que los problemas de nuestro sistema penitenciario giran, por así decirlo, alrededor de dos ejes; hacinamiento y corrupción. Lo del hacinamiento, como ha dicho el propio funcionario, puede resolverse en el corto plazo concentrando los recursos y la voluntad de las autoridades en cosas fundamentales como lo serían, entre otras, mejorar la calidad de la comida, las condiciones físicas de los recintos o el servicio de agua potable; en resumen, devolviéndole la dignidad perdida a la humana condición de los reclusos. Lo de la corrupción, no hace falta que Domínguez Brito lo diga, es ya una meta mucho más trabajosa, imposible de alcanzar de un día para otro, pero ya lo dijo alguien por ahí con muchísima sabiduría: solo se aprende a caminar mudando el primer paso.

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