Una interrogante que ayer flotaba en el ambiente se relacionaba con los cambios militares, pues en algunos círculos se deseaba saber si la designación del almirante Sigfrido Pared Pérez se acoge a ciertas expectativas que se atribuyen al Socio Mayor de República Dominicana, que siempre se mueve por canales diplomáticos con ánimo de influir en algún sentido en la toma de decisiones importantes. Según comentarios de esos que se sueltan entre brindis y secreteos de recepciones, una misión de alto nivel que vino a la toma de posesión habría insinuado el interés de que a la cúspide de los institutos castrenses fuese llevado algún general dispuesto a recomendar un proceso que reduzca siquiera a la mitad, la actual población de generales activos. Sólo el tiempo dirá si un desmonte de quepis rameados un tema que ya hace días fue puesto en el tapete- encaja en los planes gubernamentales. Por lo pronto, el saliente jefe de la Marina de Guerra, vicealmirante Eurípides Uribe Peguero, que explícitamente abogaba por la reelección, ha pedido su retiro por antigüedad aunque luce todavía como bueno para la pelea.
ALGO MÁS QUE INTENCIONES
Hay quienes entienden que en vez de trazar solo líneas generales sobre lo que se propone hacer en determinadas áreas, el Presidente Leonel Fernández debió aprovechar su discurso inaugural para dar a conocer decretos y proyectos que implantaran en los inmediato ciertas medidas que la realidad pide a gritos y que adelantó como objetivos que serían fundamentales en esta nueva gestión. Se comentaba con buen sentido que el propósito de convertir las representaciones consulares en un servicio pagado con sueldos en vez de comisiones para que al fin deje de ser un botín para los favoritos del poder- debió darse a conocer con la creación de un instrumento legal de aplicación imediata. Se trata, en cierto modo, de una vieja deuda del peledeismo con la sociedad, pues cuando llegó al poder la vez anterior había suscrito el compromiso de eliminar canonjías en el servicio exterior. Sin embargo, se pasó el cuatrienio vacilando, al respecto, y los cónsules que reciben tajadas mayores que las que entregan al fisco sobrevivieron.
CULTURA…¿CON AMARGURA?
Con la designación de José Rafael Lantigua como secretario de Cultura, el mundo intelectual del peledeismo se dividió ayer hondamente entre los alegres y los tristes. Para los que tenían la convicción de que el presidente Fernández se decidiría por la señora Natasha Sánchez, lo que había era mucho pesar y desilusión, y se dice que gente importante que simpatiza con la exdirectora del Teatro Nacional preferiría quedar desvinculada de la cartera que hasta ayer dirigió don Tony Raful. Un sector confiaba por la importante labor previa de Sánchez en los menesteres culturales y de la transición- que el cargo sería para ella. Sin embargo, lo cierto es que Lantigua también es una figura de autoridad y aceptación. Sus méritos como escritor y organizador de la Feria del Libro bajo la administración morada 1996-2000 lo convertían en un sólido rival de cualquier otra persona que los intelectuales peledeístas prefirieran para la Secretaría que finalmente le ha tocado.