Tal vez no sea el mejor valorado en las encuestas, el de mas experiencia en asuntos de Estado o el que puede exhibir una militancia más antigua en el PLD, pero el arquitecto Andrés Navarro ha sido por mucho el aspirante presidencial mas entusiasta y perseverante, el que mas en serio se ha tomado la “broma” de su candidatura, sin dejarse distraer ni desalentar por la situación interna del PLD y la posibilidad de que la imposición de la reelección se lleve de encuentro sus aspiraciones. Algunos atribuyen el intenso activismo del exministro de Educación a que, por convencimiento propio o por alguna seña que recibió desde el Palacio Nacional, considera posible que sea el “candidato designado” si el presidente Danilo Medina desiste de intentar reelegirse, o que en caso contrario lo lleve como vicepresidente, en el entendido de que Margarita Cedeño ya agotó su ciclo, sobre todo después del “perder-perder” que tan mal cayó entre los grupos hegemónicos del PLD. Desde luego, eso es lo que también quisieran los demás aspirantes, ser señalados por el dedo todopoderoso del presidente Medina y recibir el apoyo generoso del Estado y el Presupuesto Nacional. Pero ni individualmente ni todos juntos podrían derrotar en unas primarias al expresidente Leonel Fernández, al que el danilismo continuista ha decidido no dejar pasar aunque tenga que dividir al partido, con todas sus consecuencias. Esa debilidad que hoy exhibe la “fábrica de presidentes”, producto del liderazgo castrante, de naturaleza caudillista, que ha dominado el PLD durante los últimos veinte años, priva al partido de gobierno de la posibilidad de encontrar una “tercera vía” que le permita superar este momento de crisis, cuando el “ni tú ni yo” es la única solución posible al tranque que mantiene al país en vilo, pero también el camino más expedito hacia lo que los peledeístas mas le temen en este mundo: la pérdida del poder en las próximas elecciones.