El transfuguismo, en este caso la mudanza, por estricta conveniencia personal, de un partido político a otro, es consustancial a la cultura política criolla, una realidad elocuentemente reflejada en los padrones de nuestros partidos. Ese transfuguismo, admitámoslo, solo puede tener una explicación: el rampante clientelismo que norma las relaciones del partido con su militancia, la que a su vez busca resguardo en la organización política de su preferencia (entiéndase la que mejor le garantice «lo suyo») y, por si acaso, también en la del vecino. ¿Qué otra cosa puede hacer un ciudadano al que a la hora de optar por un empleo en la administración pública se le exige, como requisito indispensable, la militancia en el partido de gobierno? Sería interesante, a propósito del «cruce» hecho por el PRSC a su padrón, que reflejó que el 33,55% de la militancia reformista también aparece en los padrones del PRD y el PLD, que el resto de los partidos hiciese la misma prueba, con la ventaja adicional de que sería también una excelente forma de transparentar (como se dice ahora) el verdadero capital político de los grandes partidos del sistema, a condición -desde luego- de que tanto perredeístas como peledeístas imiten la honestidad de los «compatriotas» haciendo públicos los «macos» que de seguro surgirán de sus también contaminados padrones.

Globo de ensayo

Hay quien piensa, con razón o sin ella, que la «bola» puesta a correr sobre la inminente eliminación del subsidio al gas propano fue una especie de globo de ensayo para medir las reacciones de los sectores que serían directamente afectados por la medida, lo que serviría a las autoridades como barómetro para tomar la decisión que se entienda más adecuada o conveniente a los fines de preservar la sagrada gobernabilidad. Sea o no cierta esa versión resulta innegable que el unánime rechazo que ha recibido el anuncio, falso o verdadero, de la eliminación del subsidio al GLP, deja en claro que el gobierno deberá cargar con las consecuencias del alto costo político que acarreará poner en práctica lo que se entiende un mandato del Fondo Monetario Internacional, o en su defecto recurrir al llamado «Plan B», del que todavía se sabe poco pero al que dan los toques finales algunos de los más eficientes colaboradores del Presidente, especialistas en Reingeniería Presupuestaria.

Las cosas como son

Esta va tanto para los que llevan anotaciones como para aquellos otros que por olvido, ignorancia o mala fe hoy quieren contar una historia muy distinta a lo que verdaderamente ocurrió. Los trabajos del Primer Censo de Infraestructura de Planteles Escolares, un estudio gracias al cual se pueden conocer todos los detalles acerca de las escuelas existentes en el país, incluído el estado de las plantas físicas, iniciaron en el año 2003 durante la gestión de la entonces vicepresidenta y secretaria de Educación, Milagros Ortiz Bosch. Ese censo, en el que se reportó que la República Dominicana cuenta con 29,407 aulas repartidas en 5,462 planteles escolares, se presentó oficialmente al país el 24 de abril del año 2004. Doña Alejandrina, simplemente, encontró al llegar una utilísima herramienta de trabajo que, si bien no está obligada a reconocer públicamente, sí a darle el mejor uso posible en beneficio de la educación dominicana. Es cuanto.