QUE SE DICE
Un favor demasiado caro

QUE SE DICE <BR>Un favor demasiado caro

Si la reconocida debilidad del Estado dominicano, que le impide administrar con idoneidad los bienes públicos, será el primero y el único argumento que escuchemos justificando la donación a una fundación privada de una cueva que, como Las Maravillas, está considerada como una de las mejores representaciones de la cultura aborigen rupestre, habrá entonces que considerar seriamente la posibilidad de sumarse al coro, cada vez más numeroso, de los que proclaman que a este degradado país lo que hay que hacer es ponerle un gigantesco -preferiblemente tamaño natural- se vende. No hay porqué dudar, en primera instancia, que la Cueva de Las Maravillas está en estos momentos en muy buenas manos, pero resulta muy cuesta arriba aceptar que haya que pagar un precio tan alto por ese favor: 30 millones de metros cuadrados, valorados por el Consejo Estatal del Azúcar entre 8 y 10 dólares el metro (saque usted las cuentas, porque aquí no sabemos sumar tanto dinero), cantidad de terreno que comprenden las 21 parcelas que circundan la caverna y que también fueron incluídas en el generoso decreto del entonces presidente Hipólito Mejía, sin dejar de mencionar el único avión con que contaba la secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales para realizar su trabajo de supervisión y vigilancia de nuestro patrimonio natural y ecológico. ¡Felicitaciones a los agraciados!

Elegir y ser elegido

De vez en cuando y de cuando en vez se convierte en discusión pública la conveniencia o no de que se permita votar a los militares, por lo que volvemos a escuchar mas o menos los mismos argumentos, tanto de los que se muestran completamente de acuerdo conque los militares ejerzan ese derecho como los que se oponen a ello. Casi nunca se menciona, en esas discusiones, un derecho ciudadano que igualmente se le regatea a esos militares que se quiere poner a votar al igual que el resto de sus conciudadanos, y que la Constitución consagra con meridiana claridad: el derecho también a ser elegidos. Si vamos a perder tiempo y energías discutiendo las ventajas y desventajas, democráticamente hablando, de permitir que voten los militares, deberíamos ser capaces también de perderlo discutiendo si deben, así como eligen, ser elegidos, pues un derecho no tiene sentido sin la existencia del otro.

Mezcla explosiva

Cuentan los diarios que el presidente Fernández dio instrucciones precisas a sus colaboradores del sector eléctrico para que, de ahora en adelante, se haga una distribución más equitativa de los apagones, a fin de equilibrar mejor la carga de sacrificio que se ha impuesto a una población castigada con apagones que se prolongan, en muchos casos, hasta por 15 horas corridas. Apagones y calor se han convertido en una explosiva mezcla que ya empieza a reflejarse de mala manera en el ánimo de la ciudadanía, y aunque no estemos a las puertas de una explosión social, como asegura el doctor Domingo Porfirio Rojas Nina, Alto Comisionado de los Derechos Humanos, ningún gobierno debe darse el lujo de descuidar un problema que provoca tanta irritación entre la gente. Hasta dónde las autoridades podrán ser capaces de «equilibrar» una carga tan pesada como los apagones es algo que está por verse, sobre todo si todavía se sienten obligadas a preservar una conquista por la que miles de ciudadanos de este país vienen luchando hace ya demasiados años: el «derecho» a recibir la energía por la que pagan, puntualmente, todos los meses.

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