QUÉ SE DICE: Un riesgo innecesario.

QUÉ SE DICE: Un riesgo innecesario.

Destruir la credibilidad de la Junta Central Electoral no es buen negocio  para nadie que diga creer en la democracia,    mucho menos para los partidos políticos que participarán en las  elecciones del 2020, que deberían  ser los mas interesados, después del  propio  organismo electoral, claro está,  en preservar la integridad y respetabilidad   del árbitro que administrará el proceso y dará a conocer sus resultados, que inevitablemente complacerán a  unos y disgustarán a otros. Eso es bueno  recordarlo a propósito del mal momento por el que atraviesa la JCE, que ya se está describiendo como  “crisis de  credibilidad”, el peor diagnóstico que podría recibir faltando apenas nueve meses para las elecciones municipales y un año para las presidenciales. ¿Pero hasta dónde ese mal momento o crisis de credibilidad representa una amenaza para el  proceso electoral, el sistema de partidos y la propia democracia dominicana? Quien en estos días lee los titulares de los periódicos  o se asoma al hervidero de  las redes sociales puede tener la perturbadora impresión, no necesariamente falsa, de que la JCE se encuentra acorralada por sus propias decisiones y el rechazo que estas han  provocado en su principal  interlocutor,  los partidos políticos, que han acudido en trulla a los tribunales  de justicia para tratar de anular su  resolución  sobre el voto de arrastre.  Por supuesto, eso no tiene porqué ser malo sino todo lo contrario, pues por algo y para algo  están ahí el Tribunal Superior Electoral, el Superior Administrativo y el Constitucional.  Pero que la JCE,  por negarse a rectificar y sacar a tiempo la pata,  permita  que sean esos tribunales los que decidan la suerte de  esa decisión, que ha recibido el rechazo unánime de los partidos, la comunidad jurídica y la sociedad en sentido general,  entraña un gran riesgo para su credibilidad y su autoridad que sus miembros no  debieron asumir  sabiendo todo lo que está en juego.

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