Qué se dice
A los jueces de la JCE

<STRONG>Qué se dice<BR></STRONG>A los jueces de la JCE

Quienes dieron seguimiento a lo que se dijo y escribió en los distintos medios de comunicación sobre el Reglamento de Campaña Electoral a cuya aplicación acaba de renunciar, a regañadientes y “bajo protesta”, el pleno de  la Junta Central Electoral, pueden dar fe de que nunca estuvo en discusión la necesidad de regular la campaña electoral, ni tampoco el derecho de los ciudadanos y ciudadanas de este país a no ser perturbados por una campaña electoral fuera de tono o a destiempo.

Lo que sí se cuestionó del susodicho reglamento, además de los aspectos que riñen claramente con derechos fundamentales consagrados en  la Constitución como el de la libre expresión, fue su extemporaneidad, el hecho de que se pretendiese aplicar fuera de tiempo, cuando la campaña electoral ya estaba bien entrada en calor y, más que nada, a un candidato que a su vez es Presidente de la República y al que el presidente del tribunal de comicios, el doctor Julio César Castaños Guzmán, se declaró incapaz de controlar. Esas han sido, a grandes rasgos, las razones por las que algunos medios de comunicación y periodistas independientes se han opuesto a su aplicación, en el entendido de que con sus críticas y cuestionamientos ejercen un derecho consustancial a toda democracia. Si los señores jueces de la JCE y sus sensibles epidermis consideran que eso es poner los intereses particulares por encima de los intereses de la democracia dominicana ese es su problema.

De brotes y epidemias

Las autoridades de Salud Pública han sido capaces de reconocer, en el caso de la leptospirosis que nos ha dejado como secuela el devastador paso por el país de la tormenta Noel, de que estamos ante una verdadera epidemia, y que lo más conveniente es llamar a las cosas por su nombre para que así la población pueda estar mejor informada de lo que ocurre y, por tanto, en mejores condiciones de colaborar en la implementación de las medidas de prevención que es preciso tomar para contener el avance de la enfermedad. En esta ocasión no se quiso enmascarar la verdad con una discusión bizantina sobre lo que es un brote y lo que se considera, de acuerdo a los estándares internacionales, una epidemia, ni se intentó restarle gravedad, dizque para no alarmar a la población o no hacerle daño al turismo, ocultando las cifras reales de las víctimas, como ha ocurrido en el caso de los recurrentes ataques del endémico dengue. Estamos ante una epidemia de leptospirosis que las autoridades de Salud Pública, con el auxilio de expertos de la Organización Panamericana de la Salud que se encuentran con ese propósito en el país, luchan  por contener y erradicar, y no se acabó el mundo ni se cayó el gobierno por el hecho de reconocerlo públicamente.

Las clínicas olímpicas

Ahora que el Palacio Nacional anuncia la entrega de 28 clínicas móviles a la Secretaría de Salud Pública uno se pregunta dónde están las clínicas móviles compradas por el gobierno para ser utilizadas durante los Juegos Panamericanos celebrados en el país durante el gobierno del ingeniero Hipólito Mejía y el Partido Revolucionario Dominicano. Entonces se habló de esas clínicas y también de ambulancias, pero en verdad es muy poco lo que se ha sabido de su destino, a manos de quién fueron a parar, una vez concluidos   los juegos. Ojalá que las autoridades del Comité Olímpico Dominicano, o el doctor José Joaquín Puello en persona, puedan dar razón del paradero de esas clínicas, que de seguro serían muy útiles para socorrer, en distintos puntos del país, a los miles de damnificados que ha dejado el paso de Noel.

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