Qué se dice
Adición de problemas

Qué se dice<BR><STRONG>Adición de problemas</STRONG>

En un país que a veces parece  atollado en problemas que hace más de medio siglo que desaparecieron de otras cercanas latitudes de civilización –como las irritantes deficiencias de un caro suministro eléctrico- se entendería como  inevitable pasar por alto los simples dolores de cabeza.

El hecho de vivir sometidos a extensos apagones, y tener que invertir privadamente muchos recursos en negocios y hogares  para que haya luz, siendo esta la era de la informática y de los vuelos espaciales, parecería justificar  que se coloquen  en un segundo plano otras adversidades de la vida cotidiana, como los cobros abusivos por un servicio de agua insuficiente.

También parecería de menor importancia el estado de indefensión de los usuarios ante las fallas de los servicios de telecable.

Mucha gente se queja –y parece que no la escuchan- de la tardanza en que incurren las compañías en reparar averías que producen largos “apagones” televisivos, o severas disminuciones en la calidad de la imagen que llega a los hogares. Las quejas valen aunque haya peores deficiencias en este medio. No solo de pan vive el hombre. 

Incitante clandestinidad
Ahora es cuando con mayor razón las autoridades tendrán que velar por el cumplimiento de la restricción en la venta de bebidas alcohólicas en ciertos establecimientos frecuentados por públicos que tienden a la desinhibición. La modalidad que acaba de descubrirse, con el caso de una discoteca que fue convertida en una especie de catacumba, oscura por dentro y oscura por fuera, para eludir los controles policiales, tiene una implicación muy peligrosa para determinados sectores de la juventud. Bajo el manto de lo clandestino, el baile y los tragos de las diversiones comunes y corrientes podrían parecer insuficientes  pues habría estímulos para  cosas más prohibidas, como los atentados al pudor y el consumo de substancias ilegales. El truco de hacer aparentar que los negocios cerraron para entonces seguir la fiesta con parroquianos adentro, necesita la respuesta firme de las autoridades responsabilizando directamente a los dueños de las violaciones al horario de consumo de bebidas espirituosas.

Mano dura
Muchos dominicanos siguen siendo víctimas de extorsiones y macuteos al acudir a áreas administrativas, prácticas que a veces ocurren al margen de las autoridades. En otras ocasiones, parecería  imprescindible  su complicidad o por lo menos su omisión. Los contribuyentes que acuden  a algunas oficialías del Estado Civil  en busca de documentos de difícil localización o legalización, tienden a caer en manos de  buscones o tributarios que exhiben una inexplicable capacidad de acceso privilegiado a las dependencias. Y en ocasiones resulta difícil, cuando no imposible, tramitar las actas sin su auxilio. Los jueces electorales  y del Estado civil deberían despedirse  de su mandato  buscando una solución a ese problema, sin que la ciudadanía tenga que esperar por la plena automatización del Registro para quedar protegida de abusos. Deberían dictarse medidas administrativas que agilicen el proceso en cada oficialía y convendría disponer para muchas de ellas una labor de inteligencia  (la JCE cuenta con un departamento para esos fines)  que detecte las componendas que puedan existir entre gente de fuera y empleados de los oficialatos para eliminar maniobras.

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