CLAUDIO ACOSTA
c.acosta@hoy.com.do
Dicen las malas lenguas que el fantasma de la prolongación del período para el cual fueron electos los actuales legisladores está haciendo asomos en el Congreso Nacional, y que al igual que en anteriores ocasiones la excusa para justificar tal despropósito vuelve a ser la necesidad de unificar las elecciones presidenciales con las congresionales y municipales.
En esta ocasión, sin embargo, el despropósito viene acompañado de un atractivo muy especial: la modificación de la Constitución, que más allá de los aspectos ya consensuados plasmados en un proyecto que reposa en manos del presidente Fernández procuraría, además, eliminar los escollos que impedirían al recién electo optar por un tercer mandato consecutivo en el 2012, una forma de curarse en salud ante el hipotético caso de que las circunstancias así lo aconsejen. Se trata de los mismos diputados que, con el pretexto de estar enfrascados en los afanes proselitistas propios de la campaña electoral, no asistían a una sesión desde el pasado 22 de abril no obstante tener pendiente de conocimiento importantes proyectos de leyes, y que ahora, recién concluido un proceso electoral extenuante, que nos dejó ahítos de la política y de los políticos, quieren embarcarse en una reforma constitucional que, al decir de su presidente Julio César Valentín, sería favorablemente acogida por la mayoría de los legisladores.
Las citadas malas lenguas aseguran que la prolongación del período viene a ser, en el contexto del corre corre reformador que quieren imponerle al país los diputados, el cebo con el que se piensa atraer a los legisladores de las demás bancadas representadas en el hemiciclo, bajo la premisa de que muy pocos serían capaces de rechazar otros dos años de regalo. ¿Hasta dónde son ciertos esos tejemanejes? Alguien en el Congreso, el Palacio Nacional o en el PLD debería ser capaz de darle al país una explicación satisfactoria y convincente, mas que nada porque se creía al gobierno empeñado en procurar la unidad de todos los sectores de la vida nacional, tal y como acaba de proponer el presidente Fernández, para hacer frente a las graves amenazas que asoman en el horizonte.