Qué se dice
Borrón y cuenta nueva

<STRONG>Qué se dice<BR></STRONG>Borrón y cuenta nueva

En este curioso país se tiende a veces a caer en los extremos y a incurrir en maniqueísmos o estrechez de mira: Algunos suelen insistir en que las cosas o son blancas o son negras, absolutamente. Nada de matices ni de admitir que en ocasiones los asuntos  tienen complejidades, con mezclas de aspectos positivos y negativos. Acaba de ponerse en evidencias que en eso de fichar a ciudadanos, a las autoridades se les iba la mano y tras cualquier incidente pasajero en la vida de los individuos, se hacían revivir máculas que en la mayoría de los casos lo que merecían era el olvido.

El gobierno se movió con presteza ante el repudio que ha merecido ese fichaje removedor de culpas extinguidas. De todos modos, Dios quiera que ahora no se nos lance a un remedio de caballo, y de la abundancia  de estigmas con pretensión de indelebles no pasemos a  una riesgosa amnesia colectiva.

Se crearon reglas y todos los archivos policíacos y judiciales han de ser depurados, se informó. Esperemos que eso no sea ocasión para generar ahora un borrón desbordado de historiales delictivos. Andan por ahí tipos con auténticos averages de perdición y  que le han dado  mucha  agua a beber a la sociedad. De hecho, la reincidencia es moneda de curso legal en República Dominicana. Nadie debe estar injustamente fichado si superó hace años una condición subjúdice de la que salió sin culpabilidad o habiendo saldado su deuda  por casos menores con la sociedad. Pero los pasados de gravedad delictiva deben permanecer en los registros judiciales.

Alarmante
Un  pequeño puente, una acera o un contén parecerían, a distancia unas simplezas materiales. Sin embargo,  en diversos lugares  el gobierno tiene a medio talle  muchas obras modestas con lo que causa  un sentido vacío o un severo trastorno a moradores de comunidades que aspiran a una mejor calidad de vida. El presidente de la Comisión de Obras Públicas de la Cámara de Diputados, Alejandro Montás, calcula que no menos de 1,200 obras están paralizadas en todo el territorio nacional.

A la frustración que este abandono ocasiona a miles de colectividades hay que agregar el daño económico que representa para la sociedad el haber invertido una cantidad considerable de dinero para no poder sacarle provecho. Las autoridades son diligentes y tenaces con algunas mega-obras, con lo cual satisfacen su vanidad y se encaminan rápidamente a realizar unos cuestionables sueños de grandeza. Pero  es evidente que la concentración de recursos en uno que otro proyecto se hace al precio de  poner en olvido muchas otras necesidades de la gente. Se trata de una desproporción que no parece preocupar al gobierno aunque no puede asegurarse que el impacto de sus “grandes realizaciones”  supere, en imaginería colectiva el impacto negativo que causa el no  construir obras modestas en beneficio de  las comunidades provinciales. Ya se ha visto que los disgustos dispersos por la geografía pesan políticamente.

Infracciones sin sanción
Una  herramienta más efectiva para combatir el caos del tránsito sigue faltando en este país. La Autoridad Metropolitana  de Transporte (AMET) hace  el inútil trabajo de levantar contravenciones y teóricamente la aplicación es numéricamente  satisfactoria. Pero en verdad el pegar multas no está sirviendo de mucho, porque a fin de cuentas los infractores no las pagan.

 La retención del carnet de licencia era ilegal y la presión de la ciudadanía obligó a Amet a descontinuar esa práctica, que era la que forzaba a los choferes y conductores a acudir al tribunal de tránsito para recuperarlo, previo pago de la sanción. Estuvo bien que cesara la tal incautación; pero es necesario que el Estado establezca el prometido sistema que impida eludir el castigo. En otras partes del mundo, la multa genera una deuda con el Estado que el ciudadano en falta tiene que saldar al momento de hacer algún posterior  trámite obligatorio de su vida civil, como renovación de placa, licencia, pasaporte, cédula, etc. Cuando en Estados Unidos algún  infractor acude a una oficina recaudadora, en su récord aparecen asentadas, a través de la red informática en uso, las multas que ha dejado de pagar y que deben honrar en ese momento. Pero aquí no; aquí las multas no disuaden; pocos temen  que van a tener que rascarse el bolsillo si violan alguna disposición de tránsito: He ahí uno de los factores del caos vial que padecemos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas