A pesar del largo ejercicio socrático del secretario de Educación, en sus esfuerzos por convencer a su auditorio de que la cartera educativa no está en capacidad de recibir el 4% del PIB que le asigna la ley porque no podría invertir esos recursos de manera racional y eficiente a causa de la incapacidad estructural de la cartera, seguimos sin entender la lógica detrás de la negativa a recibir unos recurso que bien podrían servir para mejorar las condiciones de las escuelas, esas que salen a cada rato en los periódicos con muchachos recibiendo docencia sentados en blocks o debajo de una frondosa mata de mango, o para pagarle un salario decente a los maestros y devolverle el atractivo económico a un oficio devaluado, o para construir nuevas aulas y evitar así la sobrepoblación que tando daño le está haciendo a la calidad de la enseñanza, o para actualizar los obsoletos currículos que amontonan polvo en los bucólicos despachos de los burócratas; en fin, para resolver las mil y una necesidades que agobian a nuestro rezagado sistema educativo.
Como parte de ese ejercicio socrático, Melanio Paredes recordó a los participantes en el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio su compromiso, asumido desde su época de maestro, con la lucha por una mayor inversión del Estado en educación, incluída, desde luego, la exigencia del cumplimiento de la Ley General de Educación 451-08 (antigua 66-97), pero lo cierto y verdadero es que en un país donde todos nos conocemos eso realmente no hacía falta ya que es parte de una historia que está ahí y que ya nadie puede cambiar aunque quisiera.
Lo que tal vez sí haya cambiado para Melanio Paredes, desde entonces hasta ahora, es la perspectiva, pues no es lo mismo ni es igual sufrir los problemas del sistema educativo dominicano desde el interior de un aula, o desde la militancia de un gremio, que desde el confortable despacho del señor Secretario de Educación.