QUE SE DICE
Camino a ninguna parte

QUE SE DICE<BR>Camino a ninguna parte

A menos que el doctor Waldo Ariel Suero tenga el secreto propósito de romper el récord histórico de huelgas realizadas por un dirigente del gremio (un periódico le contó trece en su haber personal) a lo largo de su combativa historia, no hay otra razón que explique una lucha tan absurda como inútil a los fines y propósitos de sus auspiciadores, pues no hay poder en el mundo que obligue al gobierno a darle lo que no tiene a los médicos, que aspiran a un aumento de un 100% en sus salarios. Ha de ser por eso, y también porque el juramento hipocrático sigue teniendo algún valor para muchos profesionales de la medicina, que unos cuantos decidieron desoír el insensato llamado a huelga, para atender como Dios manda a sus pacientes. Será un gesto que agradecerán, eternamente, esos infelices, y que demuestra que no todo está perdido, que hay gente que empieza a darse cuenta que no está obligada a seguir un camino que no conduce a ninguna parte.

El nuevo Chapulín

Después de escuchar al secretario de Turismo, Felucho Jiménez, defender con su locuacidad característica la decisión de aplicar un gravamen de cinco dólares a los pasajes aéreos (una idea que se le ocurrió, según confesó, en un vuelo París-Bruselas) para destinar lo recaudado a la solución de los problemas medio ambientales y de infraestructura de nuestros polos turísticos, casi está uno tentado a darle la razón al funcionario, sino fuera porque siempre ha habido un trecho demasiado largo entre lo que dicen buscar nuestros funcionarios, o el propio Presidente de la República, cada vez que se inventan impuestos administrativamente, y el destino final que se da a lo recaudado. Poco importa, ante los optimistas cálculos del ministro de Turismo, que el 50% de lo que cuestan los pasajes aéreos en este país -entre los más caros del mundo- corresponden a impuestos, o que su argumento para defender su derecho a imponer vía administrativa esa tasa sea insostenible, pues no hay comparación posible entre un secretario de Estado muy imaginativo, sobre todo cuando va montado en un avión, y los ayuntamientos, facultados por ley a crear impuestos y arbitrios municipales. Todo está, según el nuevo chapulín del turismo dominicano, fríamente calculado.

El qué dirán

El gobierno parece estar convencido de que no solo está obligado, como la mujer del César, a tomarse con absoluta seriedad su lucha contra la corrupción administrativa, iniciada con el sometimiento a la justicia de un grupo de sindicalistas y ex funcionarios del Plan Renove por la comisión de irregularidades por más de mil millones de pesos, sino también en parecer, ante una opinión pública que está muy atenta a cada uno de sus pasos, que así es efectivamente. Por eso el fiscal del Distrito Macional, el doctor José Manuel Hernández, no ha tenido empacho en admitir que permitió la excarcelación de los acusados por el Plan Renove a pesar de que no cumplieron el requisito que la ley prevé en caso de la libertad bajo fianza, como una forma de demostrarle al mundo que no se les persigue políticamente. Lo que el representante del Ministerio Público tal vez olvidó, al hacer esa concesión más allá de lo que dice la ley, es que no hay forma de que no se invoque persecución política cuando se acusa a los políticos y sus amigos de enriquecerse a costillas del Estado, por lo que no hay que preocuparse demasiado, al fin y al cabo, por el qué dirán.

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