Qué se dice
Chantaje

Qué se dice<BR><STRONG>Chantaje</STRONG>

La Federación Nacional de Transportistas Unificados hizo pública ayer su disposición de iniciar una jornada de «movilizaciones», a todo lo largo y ancho del país, en caso de que el ingeniero Diandino Peña, en su calidad de director de la Oficina Para el Reordenamiento del Transporte (OPRET), no acceda a pagarles las «compensaciones» a las que creen tener derecho por las «pérdidas» que han sufrido sus asociados a causa de los trabajos para el Metro de Santo Domingo que se realizan en el corredor de la avenida Máximo Gómez, que parecen haber recibido en herencia de los fundadores mismos de la República.

La primera de esas «movilizaciones» será un piquete frente a las oficinas de la OPRET en la cabeza del puente Isabela, que si tiene las mismas características que la «protesta» escenificada por esos mismos transportistas hace unos meses en la avenida Máximo Gómez, que bloquearon con sus vehículos en la hora de mayor tránsito provocando un gigantesco entaponamiento, estamos hablando de un atentado al orden público. Ojalá que el diligente y persuasivo Diandido Peña recuerde que, como servidor público, está en la obligación de enfrentar el nuevo «obstáculo» a la construcción de la controversial obra que se le ha encomendado como lo que es: un vulgar chantaje.

De tripas corazón

  Sabido es que no son muy frecuentes las unanimidades entre los jueces que integran la Junta Central Electoral, mucho menos ahora que varios de ellos pretenden seguir «guisando», incluso en mejores posiciones que las actuales, dentro del tribunal comicios, pero si el proceso de organización de las elecciones congresionales y municipales de mayo próximo está tan atrasado como dice el doctor Salvador Ramos, presidente de la Cámara Contenciosa, hay que suponer que a estas alturas estarán trabajando, todos a una, en un plan de contingencia que permita recuperar el tiempo perdido. El doctor Ramos culpa del atraso de los trabajos a las estrecheces económicas por las que ha venido atravesando la JCE, que no van a mejorar mucho tras la aprobación del «exiguo» presupuesto que finalmente se le asignó, pero es de esperarse que a pesar de esas estrecheces sus distinguidos miembros podrán garantizar la pulcritud y confiabilidad del proceso electoral que ya tenemos encima, aunque tengan que hacer –como dicen por ahí– de tripas corazón.

La plaga

  Poco importa, a la hora de echar mano a un buen ejemplo, el lugar del país de que se trate si se desea ilustrar hasta dónde la delincuencia ha cambiado los hábitos de vida y las costumbres de una población que ya no sabe, desde su impotencia o su indefensión, qué hacer para ponerse a salvo de sus demanes. En Barahona, en el sur del país, los feligreses católicos han optado por pedirle a su iglesia que cambie el horario de los servicios religiosos, pues la gente se resiste a ir a misa de noche, cuando acechan las sombras, por temor a ser víctima de los delincuentes. El sacerdote Frank Feliz, párroco de la Catedral Nuestra Señora del Rosario, ha pedido a las autoridades judiciales y policiales que se conduelan de los barahoneros y hagan algo para poner freno al auge de la delincuencia, que con la misma virulencia de una plaga bíblica recorre de punta a punta el país esparciendo su maligna semilla.

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