Lo que comenzó con unas pastas de dientes que causaban intoxicaciones y muertes en Panamá ha seguido como bola de nieve en la pendiente. El retiro a la carrera de casi un millón de juguetes de marcas reconocidas, pero que incluían plomo en la pintura de la terminación, ha constituido un gigantesco fracaso comercial en pleno Estados Unidos.
Detrás de todo esto se encuentra China, cuya imagen ante el mundo lleva un rumbo acelerado de descrédito. En pocas semanas, serias dudas sobre las mercaderías chinas se han extendido por los mercados. Entre lo más reciente está el hecho de que en Rusia pusieron a prueba unos automóviles baratos exportados por China y se halló que sus metales son de mala calidad y que resultan peligrosos para los usuarios. República Dominicana ha parecido, hasta ahora, a salvo de esta debacle. No se ha detectado ninguna presencia importante de juguetes tóxicos en el comercio y las pastas de diente venenosas fueron detectadas antes de que causaran daño. La globalización, por lo visto, tiene sus riesgos, y la China emergente y monstruosa que desplaza del intercambio comercial a países pequeños como República Dominicana, parece que tiene los pies de barro. Evidentemente que hay algo más importante que abaratar los costos de producción, que es en lo que los chinos han sido grandes. Lo primordial es no defraudar a los consumidores. Aprendamos esa lección.
De nuevo un tropiezo
En el momento en que la entrada en vigencia del sistema asistencial de salud del Seguro Familiar parecía más cerca de convertirse en realidad, la Asociación de Clínicas Privadas ha salido con el desaire de que no acepta la tarifa fijada para servicios de emergencias y cirugías. De inmediato se ha puesto en serias dudas que el primero de septiembre ocurra como estaba previsto la apertura plena y sin tropiezos de atenciones a los asegurados. La incertidumbre resurge a pesar de los esfuerzos de diálago y las aproximaciones y conciliaciones entre las partes que el gobierno ha logrado, teniendo en sus manos las riendas del proceso. Las autoridades han actuado de buena fe y diligentemente pero el cabo suelto con los centros privados les obligan a reasumir negociaciones y buscar salida. Es probable que el Estado tenga que asumir costos adicionales ampliando su contribución financiera. Pero es imprescindible que el sector privado de renglón asistencial flexibilice su posición y que ceda un poco en sus aspiraciones. Al pueblo dominicano no se le debe seguir castigando con frustrantes reveses cada vez que es inminente el inicio del Seguro Familiar.
Lavado de cara
Aun cuando se trata de un recurso que el Presidente Leonel Fernández apenas ha utilizado, la renovación, por simples cambios o rotaciones de fichas en el tren administrativo ha sido de bastante utilidad política en otras épocas. El doctor Joaquín Balaguer, que devino en modelo para sus sucesores, sacudía con periodicidad al gabinete y creaba expectativas en los gobernados convirtiendo a ministros salientes en chivos expiatorios. Hay que tomar en cuenta que los gobiernos de la tradición dominicana se desgastan en pocos años de ejercicio aunque hagan las cosas medianamente bien. Siempre ha habido demasiado gente pasando penurias porque las administraciones suelen quedarse en la superficie de los problemas y la brecha entre ricos y pobres sigue tan ancha como hace un siglo. Como la históricamente negativa reelección ha vuelto a estar en boga, el último año de este cuatrienio supondría un inevitable énfasis en el uso de los recursos del Estado para atraer gente interesada en empleos, dádivas y los favoritismos que son usuales en los entornos del poder. Ya de antes, el gasto público ha estado desbordado. ¡Que Dios nos agarre confesados!