Qué se dice
Clientelismo

<STRONG>Qué se dice<BR></STRONG>Clientelismo

¿Cómo no va a respaldar el presidente del Partido Reformista Social Cristiano, Quique Antún, el que su candidato presidencial Amable Aristy Castro reparta dinero a manos llenas durante sus recorridos proselitistas si esa fue una de las principales enseñanzas legadas por el doctor  Joaquín Balaguer?

Por supuesto, por una razón de estilo y temperamento el doctor Balaguer repartía el dinero con mayor discreción, pero también con  muchísima menos generosidad dada  la proverbial tacañería del extinto líder reformista, quien también inventó y patentizó la repartidera de fundidas y otras dádivas entre sus seguidores, sobre todo en fechas especiales como el 24 de diciembre y el Día de los Santos Reyes. Por eso nuestros politólogos y estudiosos de nuestra historia reciente coinciden en señalar al doctor Joaquín Balaguer, el político que durante mayor tiempo ha gobernado tras la muerte de Rafael Leónidas Trujillo,  como el pionero en eso que hoy conocemos como clientelismo, pero justo y oportuno es decir que esos politólogos y estudiosos también coinciden en considerar que en esas materias Balaguer ha tenido excelentes alumnos que no solo han dado continuidad a sus prácticas sino que las han perfeccionado, y los ejemplos abundan tanto en el PRSC como en el resto de nuestros partidos políticos.

 ¿Discriminación?

¿Por qué ellos sí y nosotros no? Esa es la pregunta que se están haciendo muchos  dueños de colmadones, molestos y resentidos con la decisión  de la Secretaría de Interior y Policía que permitirá que 300 negocios de expendios de bebidas que previamente cumplieron con una serie de requisitos puedan operar una hora más allá del horario establecido por las autoridades a través del decreto Cenicienta. Los propietarios de colmadones dicen que   sus negocios, al igual que los bares, restaurantes y establecimientos afines beneficiarios de la flexibilización son también centros de diversión y de expendio de bebidas, y en eso tienen toda la razón, como sabe cualquiera que haya vivido en este país en los últimos veinte años. El problema es que los colmadones, por su cantidad y la naturaleza de sus actividades (tanto venden alimentos comestibles, como alega Almeyda, como bebidas alcohólicas) son muy difíciles de controlar y darle seguimiento, por lo que de extender a esos negocios la  flexibilización  del horario de venta de bebidas alcohólicas equivaldría a su levantamiento total. Ya se le había advertido al secretario de Interior y Policía que la flexibilización de la prohibición aplicada de manera excepcional a ciertos negocios traería quejas y problemas, que ya empezamos a vislumbrar. Y  vendrán más.

 Policías de vacaciones

Hay que decirlo sin muchos rodeos: mientras el gobierno no resuelva el problema que representa el hecho de que 15 mil policías, según cálculos del doctor Franklyn Almeyda, estén cobrando sin trabajar debido a que están prestando servicio a funcionarios públicos, empresarios y particulares, no podrá decir que está en capacidad de resolver el problema de la delincuencia y la criminalidad por más Barrios Seguros que ponga en marcha o cuantas medidas adicionales implemente. Al quejarse de la gran cantidad de agentes que todavía prestan servicios en actividades completamente ajenas a su responsabilidad primaria de velar por el orden público y la seguridad ciudadana, a pesar de la existencia de un decreto que dispone su inmediata reincorporación  a los cuarteles, el doctor Almeyda pone el dedo en una llaga particularmente dolorosa,  pues si no ha conseguido, a pesar de todos sus esfuerzos y exhortaciones públicas, que esos agentes regresen a las calles donde tanto se les está necesitando ha sido, simplemente, porque el gobierno al que sirve con tanta vehemencia lo ha dejado solo en su inútil cruzada.

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