QUE SE DICE
Con violín, con guitarra

QUE SE DICE<BR>Con violín, con guitarra

Una cosa es que las autoridades utilicen, en servicios ordinarios, vehículos por ellas incautados por la comisión de delitos o por que sus dueños evadieron el pago de impuestos al importarlos, y otra muy diferente es que mediante engaños -como la alteración de números de chasis-  algunos jorocones pudieran retener lo que no les pertenecía. El “aprovechamiento” para uso oficial de cuerpos de supuestos  delitos, incluyendo inmuebles, ha sido una práctica  de vieja data ante la cual el país se hacía un poco de la vista gorda. Pero al parecer, más recientemente, gente con algún poder llegó demasiado lejos impidiendo, mediante manipulaciones,  que ciudadanos que fueron víctimas del robo de sus vehículos pudieran recuperarlos como Dios manda. Se percibe en el ambiente un empeño por colocar dentro de un mismo saco las travesuras de antes con las barbaridades que vinieron después.

¿Qué pasa con Roberto?

La abundancia de basura en las calles del Distrito Nacional desconciertan enormemente, además de irritar a la ciudadanía, pues si ha existido un  síndico que manifiesta convencimiento de que con la limpieza no se juega, ese ha sido Roberto Salcedo. Al principio de su gestión se le escuchaba proclamar su convencimiento de que el ejecutivo municipal que falla en la recolección de los desperdicios, se desmerita por completo ante los ojos de los ciudadanos aunque cumpla bien sus otras funciones. Parecía decidido a hacer de tripas corazón –y ciertamente que lo lograba- para que desaparecieran los vertederos improvisados. Salcedo peleó con las compañías de limpieza tradicionales y tomó por los cuernos al toro de los desperdicios para enfrentar el problema con estilo propio. Pero la bestia está suelta de nuevo los siete días de la semana. El siete por siete que no va a la televisión.

Defenderse del crimen

Oportuno ha sido que el jefe de la Policía,  mayor general Manuel de Jesús Pérez Sánchez, expresara su vehemente aspiración a recibir una activa colaboración de la ciudadanía en la lucha contra el crimen. Existe la obligación cívica de transmitir a las autoridades cualquier detalle o información que pueda ser útil para la solución de casos delictivos. Pero en este país se sufre el trauma que causó Trujillo al generalizar la delación con fines opresivos, algo que dista mucho de lo que significa colaborar con la ley. “El caliesaje” fue el pan nuestro por muchos años y aun cuando el perverso chivateo político  merezca total condena, nada tiene de indigno sino de meritorio, que la gente contribuya a que algún ladrón u homicida vaya a parar a la cárcel. Colaborar con la Policía es, fundamentalmente, un acto de legítima defensa para bien de toda la sociedad. El crimen  contra el prójimo que ayudemos a castigar hoy, es el crimen contra nosotros mismos que evitamos para mañana.

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