El gobierno, o mejor dicho algunos de sus funcionarios, se han puesto bravitos con el director de la Comisión Nacional de Emergencia (CNE), Luis Luna Paulino, porque este cometió el pecado de reconocer, delante de los periodistas, las precariedades  económicas conque realizan su trabajo nuestros organismos de socorro, un arranque de sinceridad que si bien pudo urticar algunas sensibilidades oficiales el país, ese que ve con horror y consternación los estragos provocados por la tormenta Noel y lo que eso significará -en papeletas contantes y sonantes- para una economía pequeña como la dominicana, sabrá agradecerle eternamente.

Sobre todo porque tuvo el coraje de decir la verdad, una verdad que todos sospechábamos y que hemos visto materializarse en nuestra evidente incapacidad para reaccionar a tiempo, con un mínimo criterio de prevención, a los embates del fenómeno. Lo más irónico del caso es que entre los reproches que se le hacen a Luna Paulino ante su incontinencia verbal está el hecho de que no es político, como si fuera un defecto imperdonable no ser un experto -como todos los políticos- en el arte de mentir abierta y deliberadamente sin perder ni un ápice la compostura. Ironías aparte, hay que dar por sentado que independientemente de lo mal que hayan caído en el gobierno las incómodas revelaciones del director del CNE nuestras autoridades  se ocuparán, porque esa es su responsabilidad y hay vidas humanas en juego, de invertir los recursos que hagan falta para equipar adecuadamente a nuestros organismos de socorro,  asignándoles además las partidas presupuestarias que necesitan para cumplir a cabalidad su delicada misión.

Un baja sensible
El senador del PRSC por la provincia Sánchez Ramírez, Félix María Vásquez, acaba de renunciar de esa organización política, argumentando que no está de acuerdo   con la forma ni con el contenido de la campaña electoral del candidato Amable Aristy Castro. Se trata, no habría ni que decirlo, de una baja sensible para el menguado reformismo, sobre todo por la categoría del renunciante y el momento en que  esa renuncia se produce, que no solo está llamada a profundizar el proceso de desmantelamiento, dispersión o como quiera llamársele a lo que ocurre con el partido legado en herencia por el doctor Joaquín Balaguer, sino que debería reflejarse también en una pérdida de apoyo y, por vía de consecuencia, en una merma de su caudal de votos. Esos continuos desprendimientos y deserciones en el partido que lo sustenta, sin embargo, no parecen inquietar ni perturbar el ánimo de Aristy Castro, quien ayer reinició  sus concurridos cacerolazos repartiendo gallinas, mosquiteros, estufas y dinero en efectivo en barrios de Santiago, donde fue recibido, como en todas partes donde llega, con los  brazos y las manos abiertas. ¿Sabe algo Amable Aristy que el resto de los candidados presidenciales ignora? Habrá que esperar la encuesta Gallup para averiguarlo.

SOS en Boca Chica
Está claro que, tal y como están las cosas en Boca Chica, el traslado puro y simple de la dotación completa de Politur  no va a resolver el grave problema de  delincuencia y  criminalidad por el que está atravesando la comunidad, pero por alguna parte había que empezar a hacer algo frente a una situación que mantiene al borde de la desesperación tanto a las asociaciones de comerciantes como a los residentes en ese polo turístico. El coronel Manuel Rodríguez Miranda explicó que el traslado de sus subalternos tiene como objetivo evitar que se familiaricen de tal modo con el entorno que acaben siendo socios de los delincuentes o de quienes se dedican a molestar a los turistas. También explicó el oficial que se reunió con todo el que tiene que ver con el turismo en Boca Chica, consciente de que se trata de un enemigo al que no está en capacidad de enfrentarse solo, y que se reunió con el jefe de la Policía Nacional, el mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín,  para ponerlo al tanto de la situación. Ojalá que el jefe policial sea receptivo al SOS del director de Politur, pues sin su auxilio es imposible que Boca Chica se libere de la plaga de la delincuencia.