No hay porqué dudar de los buenos propósitos que han inspirado la propuesta del secretario general del Partido Reformista Social Cristiano, Víctor Gómez Casanova, de que las próximas autoridades sean escogidas por un periodo de seis años a fin de unificar las elecciones presidenciales con las municipales y congresionales, pero si verdaderamente desea que creamos en la sinceridad de su gesto, en su vocación de sacrificio en aras del fortalecimiento de la democracia dominicana, debería permitirnos hacerle una contrapropuesta.
¿Que cómo así? Muy fácil. En lugar de extender a seis años el periodo de nuestros próximos síndicos, regidores y legisladores los reduciríamos a solo dos años, con lo que adelantaríamos la solución a un problema que, como bien dice el joven secretario general reformista, le cuesta millones de pesos al contribuyente, pues no habría que esperar hasta el 2012, como sugiere Gómez Casanova, para librarmos del caravaneo y el bochinche electoral al que estamos condenados cada dos años. ¿No les parece más justo?
Equilibrio
Un viejo vicio que arrastra desde tiempos ha nuestra vida pública, también atribuible a nuestra endémica falta de institucionalidad, es lo mucho que hablan algunos funcionarios que, por la naturaleza de sus responsabilidades, deberían ser más prudentes y mesurados con las cosas que dicen y el momento en que las dicen. ¿Verbigracia? El doctor Luis Arias, presidente de la Junta Central Electoral, cuyos pronunciamientos en favor de que las elecciones congresionales y municipales de mayo venidero produzcan un mayor equilibrio en el Congreso y los ayuntamientos excede con mucho el límite prudencial al que le obliga su investidura de juez electoral, compromete además su imparcialidad al coincidir con los pronunciamientos de corte electoralista del PLD y el presidente Leonel Fernández, y de paso cuestiona la legitimidad de la mayoría hoy dominante en las cámaras legislativas a pesar de que fue ganada voto a voto en unas elecciones libres y democráticas. El que mucho habla…
Prioridades
Hay quienes sostienen que a la vuelta de unos años Samaná será el próximo gran polo turístico dominicano, que ya están prácticamente dadas las condiciones para el anhelado despegue del turismo en nuestra bahía más hermosa, pero es evidente que antes de arrancar en firme en esa dirección hay que remover de obstáculos el camino, entre ellos el más importante de todos: la oleada de delincuencia y criminalidad que azotan el país de un tiempo a esta parte, que en Samaná y Las Terrenas se ha sentido con particular crudeza. El pasado fin de semana, por ejemplo, cuatro turistas franceses fueron asaltados por hombres encapuchados armados de pistolas y machetes, que les despojaron de dinero en efectivo, el vehículo en que andaban y joyas preciosas y otras pertenencias. Ya se sabe que al gobierno no está en capacidad de atender la lluvia de reclamos que recibe desde los cuatro puntos cardinales de la república para que acuda con su Barrio Seguro a meter en cintura a los delincuentes, pero si vivimos del turismo y los dólares que genera es obvio que Samaná y Las Terrenas deben figurar entre la prioridades de las autoridades.