Qué se dice
Cuidado con eso

<STRONG>Qué se dice</STRONG><BR>Cuidado con eso

En el mundo enloquecido y violento en que vivimos hay que estar en permanente alerta, pues la maldad que anida en muchos corazones humanos no conoce límites ni fronteras y por lo tanto no respeta nada ni a nadie. Por eso hay que poner mucha atención a lo que acaba de ocurrir en la escuela básica Rosa Sméster, en Monte Cristi, donde fue suspendida la docencia luego de que desconocidos arrojaran una sustancia desconocida, presumiblemnete veneno, a la cisterna del plantel, lo que habría provocado la muerte de un chivo y un perro. La decisión fue tomada por la Secretaría de Medio Ambiente y la Dirección Regional de Educación, que también enviaron una muestra del agua al laboratorio de Química de la UASD para determinar qué sustancia contaminó el agua, pero es evidente que un asunto tan serio y peligroso debe pasar a manos de los organismos de seguridad del Estado.

Pobre mercadeo

Cuentan que en medio del fuego cruzado de los críticos del helipuerto que el ayuntamiento del Distrito Nacional pretende construir en la plaza Omar Torrijos, en el Malecón de Santo Domingo, el síndico Roberto Salcedo solo atina a preguntarse cómo una obra que viene a llenar una sentida necesidad de la ciudad Capital recibe de repente tantas críticas y cuestionamientos. Cierto es que en este país abundan los que se oponen a todo por el simple placer de oponerse, sobre todo entre gente que se resiste a entender que debe existir un punto de encuentro entre la necesidad de proteger nuestros recursos naturales y la necesidad de desarrollarnos como país para salir algún día de la maldita pobreza, pero cierto es también que las autoridades edilicias han hecho muy pocos esfuerzos por «vender» el vilipendiado helipuerto, por convencer a los munícipes capitaleños de las ventajas de tener uno en la Primada de América como todas las ciudades importantes del mundo. Pero si el proyecto ha sido pobremente mercadeado los argumentos para defenderlo o justificarlo dan pena y verguenza, pues si esa plaza se ha arrabalizado y hoy solo sirve para dar albergue a malhechores y amantes furtivos la culpa solo puede ser del cabildo capitaleño.

Un precio muy alto

El precio del progreso. Así podría resumirse el argumento de quienes defienden la construcción de un gigantesco centro comercial en la Gustavo Mejía Ricart, donde operó durante años el centro de entretención infantil Arcadas, progreso que la junta de vecinos Yolanda Morales no quisiera ver convertido en fuente de perturbación permanente, con la consiguiente pérdida de la tranquilidad de que disfrutan desde que adquirieron sus viviendas hace ya más de quince años. Los vecinos aprovecharon una rueda de prensa convocada para dar a conocer sus quejas y temores para hacer una serie de peticiones a los promotores de lo que será «Arcada Mall Center», entre ellas preservar la verja que rodea la construcción y regular los horarios de trabajo, a fin de evitar que el progreso malentendido vuelva a convertirse en la coartada perfecta para atropellar el derecho de los ciudadanos a vivir en santa paz.

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