Qué se dice
¿Democracia o dictadura?

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Según el presidente del Senado, Andrés Bautista, quien realmente desea imponer una «dictadura», en este caso de «impuestos», con sus afanes de desplazar del control de las cámaras legislativas al PRD es el presidente Leonel Fernández, en obvia respuesta a la machacona acusación del mandatario de que la «mayoría tiránica» perredeísta hace y deshace a su antojo desde el Congreso Nacional.

Ocurre, empero, que tanto el presidente Fernández como el senador por la provincia Espaillat están hablando de una mayoría ganada legítimamente voto a voto, pero que a partir de sus pronunciamientos parece convertirse en pecaminosa, dañina o inconveniente para nuestra insuficiente democracia y su fantasma favorito, la etenamente frágil gobernabilidad. ¿Estarán conscientes nuestros políticos, que tan fácilmente se enredan en esos dimes y diretes, de las contradicciones de fondo en las que incurren, en gran parte responsables de que la sociedad dominicana todavía pendule entre la democracia, esa que se practica a plenitud solo de la boca para fuera, y el autoritarismo que, como una segunda piel, acecha detrás de cada uno de nuestros gestos?

Vandalismo

  Entre las muchas y variadas dolencias que aquejan a la educación pública dominicana figura, en lugar destacado, la insuficiencia de pupitres en qué sentar a los miles de estudiantes que cada año acuden a las aulas, situación que se agrava ante la incapacidad de la industria local del mueble de satisfacer las necesidades, cada vez más crecientes, de mobiliario escolar. Por eso ha resultado tan chocante la «protesta» de un grupo de estudiantes de Villa Jaragua, en la provincia Bahoruco, que destruyeron una gran cantidad de pupitres, bombillas e inodoros de la escuela de su comunidad, en «solidaridad» con un reclamo salarial de sus maestros. Ese tipo de «protesta» suele ser frecuente tanto en la capital como en pueblos del interior, lo que muestra no solo lo mal que andan esos estudiantes en una materia tan importante como la educación cívica, sino también su ignorancia de responsabilidades ciudadanas tan elementales como el debido respeto a la propiedad pública. Construir esa conciencia entre nuestros ciudadanos más jóvenes es obligación inaplazable de las autoridades, que podrían empezar la ingente tarea que tienen por delante sancionando de manera ejemplar la viciosa destrucción de propiedad pública ocurrida en Villa Jaragua.

Mudanzas

  Muchas cosas ocurrirán, políticamente hablando, de aquí al 16 de mayo, por lo que habrá que acostumbrarse a hechos como el que acaba de producirse, a propósito de los disgustos provocados en una y otra militancia por la Alianza Rosada, en Salcedo, donde el senador perredeísta Alejandro Montás se mudó junto al diputado Juan Roque al PLD, mudanza que se produjo, en sentido contrario, en Jarabacoa, donde dos disgustados dirigentes peledeístas decidieron pasarse, de la mano del diputado reformista Ramón Rogelio Genao, a las filas del PRSC. No son los primeros ni serán tampoco los últimos, pues más allá del talante optimista que exhiben sus principales promotores la Alianza Rosada sigue siendo de difícil digestión en importantes enclaves de una y otra organización, pero más que nada en el PRD, donde hay gente que se muerde la lengua y calla su amargura y frustración solo por «disciplina partidaria».¿Verdad que sí, Fello?

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