Qué se dice
Desprotegidos

Qué se dice<BR><STRONG>Desprotegidos</STRONG>

La Dirección General de Aduanas acusó ayer a 25 «dealers» de intentar introducir irregularmente al país vehículos de los llamados «salvamentos», entiéndase aquellos desechados por las autoridades norteamericanas por haber quedado inservibles a causa de una inundación u otra catástrofe. Estamos hablando de vehículos que aquí serían rehabilitados y vendidos como si estuvieran en perfecto estado a cualquier incauto, probablemente alguien que a costa de mucho sacrificio juntó unos chelitos para poder «montarse» y salir a «buscársela», creyendo que ha invertido el fruto de su esfuerzo en algo que le ayudará a mejorar su vida y la de los suyos. Roguemos porque este nuevo intento por burlarse del indefenso consumidor sea tan solo eso, un frustrado intento, pero más que nada que las autoridades de Aduanas puedan dar seguridades de que no volverá a repetirse.

Condena pública

  Hay que apreciar en todo lo que vale el pronunciamiento público del Colegio Médico Dominicano condenando el cobro de dinero, a manera de depósito, como requisito para atender a los pacientes que acuden a las emergencias de los centros privados de salud, a propósito del reciente fallecimiento en una clínica de la capital de un joven herido de bala al que se habría negado atención por carecer de veinte mil pesos, pero por desgracia ese gesto no pasará de ser una condena simbólica pero definitivamente inútil e insuficiente. Y no pasará de ahí porque a la vuelta de unos días, cuando nos arrope un nuevo pero también efímero escándalo, será el momento de llorar otras miserias, de fingir que ignoramos que el ciudadano que ande por esas calles de Dios y no lleve en sus bolsillos suficiente dinero en efectivo no puede darse el lujo de tener un accidente o sufrir un repentino quebranto de salud, pues podría morirse en una emergencia mientras regatea un poco de atención a cambio de unas cuantas monedas.

¡Sálvese quien pueda!

  A estas alturas ha de ser abundante y variado el anecdotario de hechos delictivos que reflejan, en todo su crudeza, la crisis de seguridad ciudadana que estamos padeciendo, al que un grupo de personas residentes en los alrededores de la urbanización Lucerna, en Santo Domingo Este, tiene su propia experiencia que aportar. Ocurrió el pasado viernes a eso de las 6:30 de la mañana, cuando el grupo se encontraba esperando un autobús de la OMSA en una parada ubicada justo al frente del supermercado Cumbre, en la carretera Mella, cuando de repente se presentaron dos hombres en un motor; de inmediato y sin mediar palabras uno de ellos se desmontó pistola en mano y los conminó a entregarles las cosas de valor, lo que efectivamente hicieron: celulares, dinero en efectivo y prendas preciosas, pero no conformes con eso cargaron también con las comidas que algunos de ellos llevaban para almorzar en sus centros de trabajo. Y todo eso en una calle transitadísima, a plena luz del día, y sin que nadie moviera un solo dedo para evitarlo a pesar de que había muchos pares de ojos mirando lo que ocurría. Así estamos.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas