Qué se dice
Discrepancias

<STRONG>Qué se dice<BR></STRONG>Discrepancias

Aunque el doctor Julio César Castaños Guzmán ha dado garantías, en su calidad de presidente de la Junta Central Electoral, de que el organismo no obstante las limitaciones presupuestarias con  que viene trabajando está en capacidad de organizar un proceso electoral transparente y confiable, el anuncio del doctor Roberto Rosario, presidente de la Cámara Administrativa, de que se ha decidido suspender, debido a esas limitaciones,

todos los  programas que se ejecutan en procura de incrementar y consolidar la credibilidad de ese proceso, (la automatización de los registros civil y electoral y los programas de reclutamiento y capacitación del personal que trabajaría en las elecciones del año próximo, por ejemplo), siembra algunas dudas que vale la pena examinar, sobre todo si todavía hay tiempo para correctivos.  ¿Puede la JCE asumir un compromiso tan serio en medio de tantas estrecheces? Sería bueno saber, al margen de las eventuales diferencias de criterio que puedan tener   ambos jueces, si estamos ante una afirmación demasiado optimista, tal vez hasta la imprudencia, o simplemente se  están exagerando las dificultades por las que atraviesa el tribunal de comicios como una forma de presionar al gobierno para que busque los recursos que le hacen falta para cumplir con su sagrado compromiso con esta imperfecta democracia.

Inundados

Ha llamado la atención de entendidos y profanos la gran cantidad de puentes destruIdos o arrastrados por las riadas y desbordamientos provocados por las lluvias caídas los últimos días en gran parte del territorio nacional, como ha llamado la atención también  la facilidad y sobre todo la rapidez con que se inundó la Capital con el tórrido aguacero del jueves en la mañana. El caso del  Parque Ecológico de la avenida Núñez de Cáceres, anegado completamente por las aguas, parece el caso más escandaloso y dramático, pero solo porque se trata de una obra recién inaugurada, con bombos y platillos, por este gobierno, pero quien tuvo la oportunidad de hacer un recorrido amplio por El Gran Santo Domingo pudo comprobar con sus propios ojos la magnitud de un problema cuya solución desborda la capacidad de esta o cualquier administración. Gobiernos se han ido y gobiernos se han marchado sin que ninguno se haya ocupado, con la seriedad debida, del problema del drenaje pluvial de la ciudad de Santo Domingo,  y hoy se está pagando el precio  del descuido y la falta de planificación: una ciudad inundada, inviable, cada vez que cae cualquier aguacerito, lo que en un país tropical como el nuestro suele ocurrir, en determinadas épocas, prácticamente todos los días.

Sentencias

Sin ánimo de cuestionar las potestades de nuestros jueces respecto a los casos que juzgan y las condenas que imponen en función de su interpretación de nuestros códigos, vale la pena señalar aquí la desproporción que guardan algunas de esas sentencias en relación con el delito sancionado. Un par de ejemplos bastan. El Primer Tribunal Colegiado del Distrito Nacional condenó a doce años de prisión a un hombre que en noviembre del 2005 y supuestamente bajo el efecto de las drogas mató, descuartizó, enfundó e introdujo en un tanque el cadáver de su hermana, a pesar de que el Ministerio Público pidió 30 años. Victoria Cruz Sano, una empleada doméstica, tuvo menos suerte, pues ese mismo tribunal la condenó a 20 años de reclusión luego de encontrarla culpable de abusar psicológicamente de una menor y obligarla a tener sexo oral con otro niño. Dicen que la Justicia es ciega, pero a veces tiene uno la impresión de que la que practicamos por aquí es bizca o tuerta. Con todo respeto.

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