Que se dice
Disuasivo

<STRONG>Que se dice<BR></STRONG>Disuasivo

La eficacia con que la Policía Nacional ha resuelto, en cuestión de horas, los últimos casos de secuestro, el más reciente el del  nieto de un rector universitario por el que sus secuestradores exigían  ocho millones de pesos como rescate, constituye el mejor disuasivo para quienes pretendan incursionar en ese tipo de delito.

A pesar del grave  problema de violencia y criminalidad que aflige a la sociedad dominicana todavía no estamos al nivel de  Colombia, México y otros países de Centroamérica donde el secuestro se ha convertido en una lucrativa industria. Y  en eso tiene mucho que ver la respuesta que ha recibido de las   autoridades. Ha sido fundamental en el feliz desenlace  de los secuestros más recientes el hecho de que las  víctimas, tal y como hicieron en Santiago los padres del menor secuestrado, dieran aviso de inmediato a la Policía, que activó sus mecanismos de investigación y rastreo electrónico hasta dar con el paradero de los plagiarios. Sirvan estas líneas para felicitar al teniente general Bernardo Santana Páez por este nuevo éxito, definitivamente tranquilizador, confiando en que no bajará la guardia ni se dormirá en sus laureles frente a una delincuencia siempre al acecho.

¡Vueltas al globo!

No habían empezado los ansiosos e impacientes inquilinos a trasladar sus motetes a los que serían sus nuevos y flamantes apartamentos en el complejo habitacional construido por el gobierno a orillas de la cañada Guajimía, cuando ya se daban los toques finales al primer negocio en ofrecer sus “servicios” a los residentes del recién estrenado proyecto.  Pero no se trataba de un colmado, ni de un puesto de  venta de pollos “vivos y matados”, ni tampoco de una farmacia o una botica popular sino de una banca de lotería.  Nuestros antropólogos y cientistas sociales han dejado constancia, en distintos estudios, de los estragos que provocan en los exiguos presupuestos de nuestras clases más necesitadas los juegos de azar, esa incierta apuesta a la esperanza de salir algún día, de golpe y porrazo, de su asfixiante miseria, para terminar, como siempre ocurre, mucho más pobres y frustrados. Recientes declaraciones del presidente de la Federación Nacional de Bancas de Lotería, quejándose de la competencia desleal de las más de siete mil bancas que a su decir operan ilegalmente en el país, permiten hacerse una idea bastante aproximada de las dimensiones del problema, pues a esas siete mil hay que sumar las 25 mil que funcionan legalmente porque simplemente pagan sus impuestos.

Excedentes

Siempre se ha dicho que la renuencia de los dominicanos  a pagar impuestos obedece, fundamentalmente, a lo poco que  recibimos a cambio de parte del Estado, incapaz de garantizar servicios tan elementales y necesarios como salud y educación. Por eso ha provocado tan poco entusiasmo el anuncio de la Dirección General de Impuestos Internos de que en los primeros cinco meses de este año recaudó RD$6,500 millones más de lo que tenía proyectado, pues pocos son los que confían en que esa cantidad de dinero, ciertamente fabulosa, será destinada a obras que mejoren la vida de la gente, siempre y cuando no se trate de un metro que nos lleve en volandas a la modernidad. En esta ocasión, sin embargo, las cosas pueden resultar diferentes, pues se está hablando de crear con esos cuantiosos recursos un fondo destinado a financiar obras de infraestructura, siempre necesarias en un país a medio camino del desarrollo, con una virtud política adicional: la de ser punta de lanza  del proyecto reeleccionista del doctor Leonel Fernández y sus compañeros de travesía.

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