Hay dos caminos que conducen a muchos exconvictos dominicanos a la reincidencia: el más poblado de esos caminos lo crea la sociedad al negarles a excarcelados nuevas oportunidades para reinsertarse a la vida productiva y apartada del crimen.
La otra vía la recorren los individuos que no están preparados, o no les interesa hacer otra cosa que delinquir y que tan pronto ponen un pie en la calle, comienzan a buscar la forma de perjudicar al prójimo. La mayoría de la gente que sale de la cárcel en este país se convierte en un problema para la sociedad, sea porque vuelve a delinquir o porque no encuentra la forma honesta de ganarse la vida, estigmatizado y rechazado por los empleadores. Ya es tiempo de dar opciones, y apoyar a los ciudadanos que quieren reconciliarse con el medio social. El Estado debe ocuparse de enseñar a trabajar a los hombres y mujeres que, tras pagar su deuda con la sociedad, están física y mentalmente aptos para la producción. Fray Arístides Jiménez Richardson, coordinador nacional de la Pastoral Penitenciaria de la Iglesia Católica, propone que las fichas de los exconvictos no sean un obstáculo para contratar a alguien. El antecedente solo debe archivarse para controles institucionales y de seguridad nacional. Esto es factible y de hecho en otras sociedades los condenados tienen accesos a programas de libertad condicional, tiempo en que pueden demostrar, trabajando, que dejaron de representar un peligro en las calles.
Asesinados por sus amigos
El rasgo común a muchos asesinatos de que han sido víctimas extranjeros hechos significativamente frecuentes en la costa norte- es que las víctimas suelen ser forasteros de solvencia económica y con interés de invertir en el país. Prontamente atraen la atención de individuos que con poco esfuerzo ganan su confianza. Logran parecerles decentes y bien intencionados antes de darles el zarpazo. Una vez más acaba de ocurrir algo así en Puerto Plata. El alemán Fisher Irmsried Helmar, que se enamoró de este país y se disponía a instalarse en él, fue brutalmente asesinado y la Policía ha acusado del hecho a sus mejores amigos locales, dos jovenzuelos que ya están presos. La criminalidad contra extranjeros que se instalan por toda la franja norte, desde Samaná hasta Montecristi, es alta. En los aeropuertos debería existir un servicio de información rápida, con folletos, estadísticas y perfiles delincuenciales para que el viajero con vocación de permanencia sepa que debe manejarse con tacto y confiar solo en quien merece confianza. Aprender a moverse con precaución. Hay que poner fin al los cíclicos episodios de europeos, norteamericanos y canadienses vilmente asesinados para robarles mientras están en el proceso de instalarse en este país que suponen ideal y confiable.
PN: una sola campana
De un tiempo a esta parte existe inconformidad con la oficina de prensa de la Policía Nacional que en ocasiones expide notas informativas sobre crímenes y delitos y luego los voceros policiales ignoran las preguntas que formulan los reporteros que cubren esa fuente. ¡Cero pregunta!, dicen a veces con rudeza hiriente. La negación a responder ha ocurrido incluso en situaciones en que los reporteros policiales han sido convocados como si se tratara de que va a producirse una rueda de prensa. Ningún monólogo, en el que solo se escuche la voz del Cuerpo del Orden, merecería llamarse rueda de prensa. Y ninguna oficina de prensa cumple cabalmente su función si los periodistas son impedidos, con frecuencia, de mostrar curiosidad y procurar, profesionalmente, que las autoridades cumplan con su obligación de dar detalles y explicar situaciones inherentes a los hechos de sangre de este país.