No hay dudas de que ha sido un excelente regalo  que el pueblo sabrá disfrutar, como ya lo han hecho miles de dominicanos que se han encaramado, en esta etapa de operación gratuita, al Metro de Santo Domingo para sudar una fiebre cada vez más contagiosa,  pero también para gozar de la chercha y mas que nada de la oportunidad de hacer uso de un moderno medio de transporte que muchos no  hubieran tenido nunca el chance de utilizar a menos que lograsen salir de la prisión que  impone la insularidad.

La OPRET,  que afina  los detalles  que permitirán, el año próximo, iniciar la operación  oficial del Metro, está de risitas con los resultados de las primeras pruebas, pero sobre todo por el buen comportamiento y el civismo exhibido hasta ahora por sus entusiastas usuarios.

¿Para qué preocuparse de las repercusiones que tendrá sobre la  dependiente economía dominicana  la  crisis financiera mundial? ¿A quién le importa el inacabable escándalo de la Cámara de Cuentas o los insultos (quise decir indultos) concedidos por el presidente Fernández a varios ciudadanos condenados recientemente por corrupción mientras aquí estemos muertos de la risa, paseando de arriba para abajo y de abajo para arriba (¡y completamente gratis!) en el fabuloso Tren de la Navidad que nos ha regalado Papá Leonel, quien recorre el país repartiendo alegría y esperanza en forma de cajas navideñas? La fórmula para tanta maravilla es  simple, pero  funciona a la perfección desde hace siglos: Pan y Circo.