Qué se dice
Esperanza que se apaga

<STRONG>Qué se dice<BR></STRONG>Esperanza que se apaga

Otra semana ha transcurrido sin que veamos cumplida la promesa que hiciera el fiscal del Distrito Nacional, el doctor José Manuel Hernández Peguero,  de  revelar al país “todos los detalles” alrededor de la muerte a balazos de tres jóvenes en el parqueo de una discoteca del ensanche Naco, haciendo causa común, aunque no sea esa su intención, con el sospechoso secretismo con que la Policía Nacional ha manejado el caso, y a pesar de que el propio fiscal criticó la forma en que la institución del orden condujo las investigaciones iniciales.

¿Realmente cuesta tanto trabajo y tiempo determinar, tras interrogar a decenas de testigos, cómo ocurrieron los hechos esa noche y quiénes fueron  sus principales protagonistas? Cualquier ciudadano respondería negativamente, sin la necesidad de ser especialista en criminología, esa pregunta, sobre todo si también sabe que desde la misma madrugada de la tragedia está detenido en la Policía el agente de la institución que servía de guardaespaldas a uno de los jóvenes muertos. Cuando el doctor Hernández Peguero prometió, hace dos semanas, que la muerte de esos tres jóvenes sería debidamente esclarecida por la justicia sin importar quiénes estén involucrados, se pensó que su firmeza y determinación serían una garantía de que en este triste caso no habría espacio para la impunidad, pero a medida que pasan los días y nadie sale a dar la cara, se desvanece esa esperanza.

 Casa por casa

El doctor Franklyn Almeyda ha dicho que irá “casa por casa”, si fuera necesario, a incautar las más de 17,000 armas de fuego cuyos propietarios no renovaron a tiempo  sus licencias de porte, pero eso parece más un recurso retórico para animar a los morosos a que se acojan al nuevo plazo, el próximo 21 de junio, que una tarea posible y realizable. La gran cantidad de armas de fuego, tanto legales como ilegales, en manos de la población, es repetidamente señalada como una de las causas fundamentales del clima de violencia que mantiene en un estado de permanente crispación a la sociedad dominicana, pero si bien parece haber unanimidad en el diagnóstico de la enfermedad sigue faltando una política de desarme clara, definida, que permita enfrentarla y, finalmente, erradicarla.  Por eso cada vez que se habla de desarme, de recoger todas esas armas que andan por ahí sembrando muerte, dolor y destrucción, surge la misma pregunta.¿Quién desarmará a los delincuentes?

 Júbilo

Hay que suponer que la gente del ingeniero Miguel Vargas Maldonado habrá tomado nota, al igual que el resto del país político, del sarcasmo que acompañó las afirmaciones del ex presidente Hipólito Mejía de que no saldrá a hacer campaña política por el candidato presidencial perredeísta, pues se encuentra muy cansado y “pasado de moda”. Bien conocida es la resistencia de miembros del equipo de Vargas Maldonado, sobre todo entre sus asesores de campaña, a que el ex presidente, que todavía conserva un alto índice de rechazo entre la población, participe en actividades proselitistas junto al candidato, pero no ha habido forma de decírselo sin herir su orgullo político o desafiar su naturaleza belicosa.¿Puede confiarse en que el ex presidente, acostumbrado a hacer lo que mejor le parece en el momento  que lo cree conveniente, se apartará mansamente del camino para permitir que el candidato perredeísta desarrolle sus estrategias de campaña sin interferencias ni ruidos innecesarios? Eso está por verse, pero de lo que no hay dudas es de que el anuncio ha sido recibido  como se reciben las buenas noticias: con auténtico júbilo.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas