Qué se dice
Falta de sintonía

Qué se dice<BR><STRONG>Falta de sintonía</STRONG>

El pobre desempeño del Congreso Nacional en la última legislatura del 2005 que refleja el informe del movimiento cívico Participación Ciudadana, que muestra que en ese periodo senadores y diputados se concentraron, fundamentalmente, en la aprobación de pensiones y la fragmentación del territorio nacional para alimentar la voracidad insaciable del clientelismo político, constituye otra clara demostración de la poca sintonía de nuestros legisladores con los intereses del país y las urgencias del momento, como lo es crear las condiciones jurídicas que reduzcan a su mínima expresión la corrupción administrativa en la gestión pública, que tantos bolsillos ha llenado a costa de un Estado que a estas alturas todavía es incapaz de garantizar, de manera satisfactoria, salud y educación a sus ciudadanos. Sabido es que en nuestra democracia, porque esas son las reglas, hay que esperar cuatro años para premiar o castigar con el voto el buen o mal desempeño de los dignos servidores aposentados en el Congreso, pero a veces ocurre que cuatro años -lo sabe de sobra este mal gobernado país- parecen una eternidad.

El precio de una vida

  Siempre será una gran necedad, inútil por demás, intentar ponerle precio a una vida humana, no importa que se trate de una cifra que se remonte a millones de pesos o descienda a los miserables diez salarios mínimos a los que se condenó pagar, en calidad de multa, a la clínica privada responsable de la «negligencia» que le costó la vida a un joven de apenas 22 años herido de bala. El doctor Bautista Rojas Gómez, secretario de Salud Pública, se ha comprometido ante el país a impulsar una modificación de la Ley General de Salud, demasiado benigna con esa clase de «negligencias», pero buenas intenciones aparte hay que decir que esa promesa también es insuficiente, por lo menos para los inconsolables familiares de Julio César Guerrero, que no se cansan de repetir que hubieran vendido su casa, si hubiera sido necesario, para salvar una vida que ahora se pretende «pagar» a precio de bagatela.

Milagros políticos

  Parece que doña Milagros -valga la redundancia- todavía cree en milagros. En que aun es posible dar un paso al frente, con la gloriosa bandera del Partido Revolucionario Dominicano en las manos, para encabezar la cruzada intrapartidaria que rescate del cieno la degradada práctica política del PRD de sus amores y tormentos, de la que el país ha recibido una elocuente muestra con el pandemonium provocado en la JCE por la inscripción tardía de las candidaturas de la Alianza Rosada. Una tarea nada fácil para su recién creado movimiento conseguir que el PRD de estos tiempos, dominado por el beligerante PPH, reencuentre su mística democrática y los principios sobre los que se construyó el partido que más aportes ha hecho, en términos netos, a nuestra democracia. ¿Es posible, en la maleada política dominicana de hoy, un milagro de ese tamaño? Es probable que a todo el que le pregunten responda que no, que ya es tarde para hablar de ideales y principios donde domina el dinero, el «dame lo mío» y el ventajismo. Ese no será, sin embargo, el obstáculo que detenga, por insuperable que parezca, a una mujer de los arrestos de la ex Vicepresidenta, por lo que habrá que desearle toda la suerte del mundo con su naciente «Fuerza Renovadora».

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