Qué se dice
Insistiendo en lo mismo

Qué se dice<BR><STRONG>Insistiendo en lo mismo</STRONG>

Nunca se va a repetir lo suficiente: mientras no se produzcan sanciones drásticas contra los responsables de las brutales agresiones de que vienen siendo objeto ciudadanos haitianos, en supuesta venganza por de delitos que nadie se toma la molestia de verificar realmente os cometieron, seguiremos siendo testigos de la barbarie de que son capaces nuestros compatriotas, como acaba de ocurrir en Las Matas de Farfán, donde dos haitianos fueron quemados vivos luego de ser rociados con gasolina por una turba que los responsabilizaba de la muerte de un alcalde pedáneo, muerte con la que, si de algo vale decirlo, no tenían nada que ver. El hecho, como era de esperarse, ha sido condenado por las organizaciones de la sociedad civil que velan por los derechos de los inmigrantes ilegales haitianos, condena que podría venirnos también de allende los mares gracias a las diligencias de algunos organismos de derechos humanos que no nos quitan los ojos de encima. Si nuestras autoridades no dan respuesta adecuada a esas salvajadas, vale puntualizarlo, no tendremos cara para sentarnos en una misma mesa con nuestros vecinos a trabajar en la reconstrucción de las relaciones entre Haití y República Dominicana que ha venido a proponernos con su visita René Preval.

El código a la picota

 Independientemente de lo mal que siempre nos va en el informe que todos los años rinde el Departamento de Estado norteamericano sobre la situación de los derechos humanos en el mundo, vale la pena detenerse en algunos detalles, como por ejemplo el elogio que hace al Código Procesal Penal. Estamos hablando del mismo código que ayer volvió a criticar el jefe de la Policía, el mayor general Bernardo Santana Páez, por constituir un obstáculo a la lucha contra la delincuencia, criterio que también comparte monseñor Agripino Núñez Collado, quien hoy sugiere, incluso, su modificación, si eso equilibra un poco la desigual lucha que se libra contra la delincuencia y la criminalidad. ¿Nos adelantamos demasiado en el tiempo y ese código nos queda grande, como todavía sostiene mucha gente? Los americanos, como acaba de comprobarse, piensan que no desde su cómoda distancia, pero tal y como están las cosas bien vale la pena volver a echarle un vistazo al Código Procesal Penal que nos gastamos el lujo de tener como garante de los derechos de los imputados.

Perdiendo el tiempo

Así como no hay forma de tapar el sol con un dedo tampoco es posible ocultar que la Policía ha sido desbordada, como basta comprobar con tan solo abrir cualquier periódico, por una delincuencia que opera a todo lo largo y ancho de los 48,442 kilómetros cuadrados de esta media isla. Si el general Luis Darío de la Cruz Consuegra, director del Comando Regional Cibao de la Policía Nacional, va a llevar su lucha contra la delincuencia a los medios de comunicación, como acaba de hacer al convocar una rueda de prensa para desmentir la “ola de robos y atracos” que denunció la Cámara de Comercio y Producción de Santiago, va a perder miserablemente su tiempo, y cometerá el mismo error que su superior, el mayor general Bernardo Santana Páez, quien ha tenido que tragarse sus declaraciones calificando de simples raterías la brutal embestida de la delincuencia que le han robado el sueño y la tranquilidad a la familia dominicana.

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