La ventaja de las estadísticas es que no hay que acompañarlas de muchos argumentos. ¿Cómo negar que los intercambios de disparos han vuelto a convertirse en el pan nuestro de cada día, en noticia cotidiana de nuestros diarios, si tan solo en el mes de noviembre murieron por lo menos 48 -mal contados- supuestos delincuentes a manos de patrullas policiales a las que supuestamente se enfrentaron?
El jefe de la Policía Nacional, el mayor general Rafael Guillermo García Fermín, ha prometido que en el mes de diciembre mantendrá a raya a los delincuentes reforzando las labores de vigilancia y patrullaje preventivo, advirtiéndoles que durante ese período estarán más seguros en la cárcel y bajo llave que en las calles cometiendo sus fechorías y diabluras. ¿Quiere eso decir que aumentarán también los intercambios de disparos o ejecuciones extrajudiciales, como gustan llamarlos a los organismos internacionales de derechos humanos? La pregunta podrá parecer capciosa o mal intencionada, pero absolutamente lógica si se piensa que en los dos primeros días de diciembre ya han muerto nueve supuestos delincuentes a manos de la Policía, lo que proyecta que superará ampliamente la cantidad de caídos el mes anterior y podría convertirse en un récord del que el jefe policial no debería -al menos de la boca para fuera- sentirse particularmente orgulloso.
¿Qué pasa en el Cabral y Báez?
Hace unas cuantas semanas se desapareció misteriosamente del hospital regional José María Cabral y Báez, de Santiago, un ventilador artificial, un aparato muy costoso y grande, demasiado grande para que alguien pueda llevárselo en un bolsillo o meterlo dentro de una cartera, sin embargo nunca se supo más nada de ese aparato, ni cómo pudo ser sacado del centro asistencial sin que nadie se diera cuenta, un misterio que finalmente le costó el cargo a su anterior administrador. En estos momentos la Policía Nacional investiga la desaparición, también misteriosa, de un ataúd de la morgue del Cabral y Báez, pero en lo que se averigua cómo pudo salir ese ataúd del hospital sin llamar la atención fueron suspendidos dos empleados del área. Son muchas las cosas que se han dicho en Santiago sobre este último robo -ya era hora de llamar a las cosas por su nombre-, algunas de ellas francamente descabelladas, pero también se ha recordado que desde hace años se vienen produciendo robos de medicamentos, sábanas, equipos médicos, y hasta de recién nacidos, en ese hospital, sin que al problema se la haya puesto remedio. ¿Qué habrá que llevarse la próxima vez para que las autoridades de Salud Pública se den por aludidas y resuelvan definitivamente ese problema?
Contra la ley seca
Parece que Amable Aristy Castro, el incansable candidato presidencial del PRSC, no solo quiere ser el paladín de los pobres y desheredados de la fortuna, la inmensa mayoría de ciudadanos y ciudadanas en este pobre y jodido país, sino también de quienes gustan de la vida nocturna y de empinar a gusto el codo, otro porcentaje grande de la población. Durante un recorrido realizado el pasado domingo por la comunidad de Cabrera, el candidato reformista prometió que de salir electo Presidente de la República derogará el decreto que regula la venta de bebidas alcohólicas, pues este no ha cumplido su propósito de reducir la delincuencia y la criminalidad, y sí ha llevado a la quiebra a miles de establecimientos en todo el país. Es evidente, por lo que han dicho hasta ahora las encuestas, que Aristy Castro no tiene ninguna posibilidad, a menos que se produzca un milagro, de ganar las elecciones, pero hay que reconocer que el hombre sabe exactamente dónde están los votos.