Qué se dice
Justificados temores

<STRONG>Qué se dice<BR></STRONG>Justificados temores

Existe gran expectativa entre la población a propósito de la utilización, por parte de la Autoridad Metropolitana del Transporte, de los famosos alcoholímetros, mas que nada interesada en comprobar si es verdad, como asegura el general Sigfredo Fernández Fadul, que no se utilizarán con criterio represivo o como una nueva fuente de abuso de poder contra la ciudadanía.

Los temores de que AMET incurra en excesos sea con los alcoholímetros o el gas pimienta que en lo adelante utilizarán para reducir a la obediencia a los revoltosos están perfectamente justificados si se toma en cuenta el historial de abusos y atropellos de sus agentes, demasiado proclives a recurrir a la violencia, incluída la utilización de sus armas de reglamento, para imponer su autoridad.

Tregua

  Después de la tormenta siempre viene la calma. Las comunidades cibaeñas en huelga han regresado a la normalidad con la reactivación de sus actividades comerciales, educativas y productivas luego de las violentas jornadas del día anterior, que dejaron un saldo de un muerto y decenas de heridos de perdigonazos y pedradas. Bonao, Salcedo, Navarrete, Licey al Medio, Nagua y San Francisco de Macorís retomaron su ritmo de vida normal, como si nunca hubieran sido escenario de verdaderas batallas campales entre manifestantes y miembros del Ejército y la Policía Nacional, pero se trata tan solo de un alto al fuego transitorio. Así lo han hecho saber representantes de los grupos populares y entidades sociales que promovieron las protestas, que han concedido un plazo de un mes al gobierno para que pueda dar satisfacción a sus demandas, lo que abre un compás de espera que las autoridades deben aprovechar en el diseño de un cronograma de realizaciones que convenza a esas comunidades y a su gente de que esta vez se pondrá atención, sin demagogias ni falsas promesas, a sus necesidades.

Alianza estratégica

  Más allá de los aspectos protocolares que encierra la visita de la señora Karen P. Tandy, jefa de la Oficina de la Administración de Drogas de los Estados Unidos (DEA), de los piropos al liderazgo del presidente Fernández o de su promesa de que su país y República Dominicana conformarán una gran alianza para combatir al narcotráfico en la región del Caribe, subyace la preocupación de su gobierno por el espacio ganado por esa ilícita actividad en el país, que nos ha convertido en uno de los principales puertos de embarque de la droga destinada hacia el mercado norteamericano. Por eso hay quien se atreve a sugerir que la visita de la funcionaria norteamericana, que también se reunió con el presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas, el Procurador General de la República y el secretario de Interior y Policía, inaugura una nueva etapa en las relaciones de cooperación entre Estados Unidos y República Dominicana en materia de narcotráfico. ¿Supone esa “nueva relación” que el país será dotado de los recursos, equipos y la logística necesaria para enfrentar con mayor eficacia a un enemigo que nos invade por cielo, mar y tierra? Ojalá que sí, pues de lo contrario la alianza estratégica que con tanto entusiamo vino a promover la señora Tandy está de antemano condenada al fracaso.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas