Es imposible aceptar la excusa de que por ser tan numerosa la comunidad dominicana en Nueva York los contribuyentes tienen que ser sacrificados pagando sueldos a 27 vicecónsules y a 42 auxiliares consulares. Incluso el cónsul dominicano en la urbe de los rascacielos considera que el gobierno debería nombrar todavía más gente. Sin embargo, los dominicanos no constituyen allí la comunidad de mayor número. Otros Estados, como el de México, afrontan una más intensa demanda de servicios y sin embargo el consulado azteca no representa, en nómina, ni a la mitad del quisqueyano. Fernández llega al colmo de querer justificar el botellerío consular sobre la base de que el gobierno necesita allí gente que lo defienda en términos políticos y que mantenga vigentes las simpatías partidarias realizando el trabajo que necesitan las campañas políticas por lo que deben recibir un sustento para su manutención. Desconcierta que un servidor público llegue a suponer que los ingresos provenientes de cobros hechos a ciudadanos en el exterior, o de ingresos al fisco en sentido general, puedan ser usados para fines políticos del oficialismo sin que eso sea considerado una violación a algunas normas que rigen al Estado, que no tiene banderías políticas. Nadie, por el hecho de ganar unas elecciones, puede creer que ha adquirido facultades para disponer, sin justificar, el monto de pagos a supuestos servidores consulares. Independientemente de que los servicios consulares dominicanos son los más caros del mundo.
¿Un comando de operaciones?
Las penitenciarías del país anidan, según fuentes judiciales, a cabecillas de bandas criminales que siguen dirigiendo las operaciones en las calles de esos malhechores con los que mantienen muy buena comunicación gracias a la telefonía móvil y gracias también a las complicidades que compran en los propios recintos. De modo que las fallas del sistema carcelario no implican sólo las irregularidades internas, como el hacinamiento y un comercio vil de cuantas cosas hay mantenido por reclusos privilegiados en perjuicio de los infelices. Entre los colmos está la existencia de bancas de apuestas y el ingreso de drogas ilegales que es continuo y se delata con una que otra incautación periódica por medio de los débiles controles de las autoridades. Gente con acceso a expedientes confió a periodistas que en muchos interrogatorios a acusados de robos y asaltos se pone en evidencia la conexión fluida entre delincuentes que azotan barrios y quienes los dirigen desde la prisión.
¡A verse en el espejo!
A medida que se apagan los pataleos que emprendieron algunos de los dirigentes inconformes con los resultados electorales, la atención crítica y de búsqueda de culpables se va a ir moviendo hacia ellos mismos. El boomerang fue lanzado, hizo su recorrido elíptico e inútil pues ningún resultado importante fue modificado, y ahora se acerca hacia quienes lo lanzaron. ¿En qué fallamos? Es la pregunta en grande que más se va a formular desde ahora, lo que va a traer a la memoria de muchos lo accidentado y el alto costo político que para dos partidos de oposición tuvo el proceso de alianza, causándose numerosos sacrificios recíprocos de dirigentes regionales en toda la República, lo que al final restó caudales de votos a los dos. Por otro lado son muchos los candidatos perdedores del PRD que cuestionan a la cúpula porque alegadamente no recibieron suficiente apoyo económico a pesar de que el Jacho recibió buenos recursos, tanto por ley como por contribuciones de los diversos perredeístas que hace tiempo que nadan en la abundancia. Por lo pronto, la cabeza de Ramón Alburquerque ha sido pedida con insistencia por figuras de primera línea del perredeísmo como Emmanuel Esquea, y un presidenciable de categoría, como Miguel Vargas Maldonado, hizo públicamente un balance de la pasada contienda en el que la alta dirigencia queda muy mal parada.