Qué se dice
La otra tormenta

<STRONG>Qué se dice<BR></STRONG>La otra tormenta

Dice el presidente Fernández que le tiene más miedo a “la otra tormenta” que viene zumbando por ahí, el alza imparable del precio del barril de petróleo, que ya ronda los 93 dólares, pues sus efectos sobre el país y la economía dominicana podrían ser mucho más devastadores que los sufridos a causa de la tormenta tropical Noel, una pesadilla bíblica de agua y destrucción de la que el país apenas despierta.

Al reunirse con un grupo de transportistas que acudió al Palacio Nacional a poner a la orden del gobierno 100 mil unidades de transporte para ser utilizadas en las labores de reconstrucción, el mandatario dijo estar trabajando en el diseño de las medidas de ahorro con las que se pretende contrarrestar los efectos de esa otra tormenta, medidas que dará a conocer  -anunció- en un discurso a la nación al que, sin embargo, no le puso fecha. De todas maneras que tomen nota quienes están desde hace tiempo  nerviosos porque no alcanzan a ver señales que indiquen que el gobierno y sus funcionarios se hayan dado por enterados de lo que ocurre con el precio del petróleo, y lo que eso significa para una economía pequeña y frágil como la dominicana.

Drenaje pluvial

Con toda razón se ha dicho que el “repentino” paso por el país de la tormenta tropical Noel ha desnudado nuestra medular pobreza, esa que nos empeñamos en maquillar con políticas públicas de relumbrón y pomposos discursos sobre modernidad y desarrollo, como ha puesto al desnudo también la indolencia de quienes nos han gobernado los últimos 30 años, sobre todo de aquellos que han permitido que la ciudad de Santo Domingo crezca a su antojo y sin una infraestructura tan fundamental como el drenaje pluvial.

Nuestras grandes avenidas, nuestros barrios más paupérrimos, el viejo casco colonial de la Primada de América, lujosos y exclusivos residenciales; nadie se salva, cada vez que llueve torrencialmente,  de la inundación, y todo indica que con el paso del tiempo será peor, pues ningún gobierno, incluído este, ha dado señales de tener voluntad ni recursos para acometer una obra de esa envergadura, cuyos costos -así sea tan solo de los llamados “puntos críticos”- se calculan en miles de millones de pesos.  

Vigilando los precios

El secretario de Agricultura Salvador -Chío- Jiménez ha dado seguridades de que el país no padecerá escasez ni desabastecimiento de los principales productos agrícolas que consume la población a causa de los daños provocados por Noel a la agricultura, que el propio funcionario ha dicho carecen de precedentes, pues su cartera ya tiene diseñada una respuesta “inmediata” a cualquier contingencia de esa naturaleza con la siembra de un millón de tareas de rubros de ciclo corto, al tiempo que se trabajará en la rehabilitación de algunas plantaciones consideradas estratégicas asistiendo a sus productores con semillas, fertilizantes y pesticidas.

 Más difícil de cumplir se ve su promesa de que las autoridades evitarán la especulación que siempre se produce en tiempos de escasez de algunos productos como la que, inevitablemente, se producirá con el plátano, pues hasta donde se sabe el   gobierno carece de mecanismos de vigilancia y control del mercado que impidan que los comerciantes vendan los productos al precio que les dé la gana. ¿O será que se piensa resucitar la Dirección General de Control de Precios, un anacronismo institucional indigno de estos tiempos de libre mercado?

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