Qué se dice
Las cartas del PPH

Qué se dice<BR><STRONG>Las cartas del PPH</STRONG>

El Proyecto Presidencial Hipólito (PPH) , de cuya supuesta extinción o ausencia hablan a veces sus principales figuras sin que nadie les crea, ha sido políticamente muy versátil para mantener su gravitación, directa o indirecta, sobre el PRD y el país en sentido general. Ha parecido muy ostensible  el papel jugado por el PPH en la vergonzosa derrota de la llamada Alianza Rosada. Los que ganaron, ganaron por su persistencia en afirmar que los Rosados representaban, ni más ni menos, que el pasado reciente y lo cierto es que una gran parte del electorado así lo creyó. Ahora como viento nuevo, Enmanuel Esquea dice que el «Pepehachismo» viene, camaleonamente, a crearle sustentación a las aspiraciones presidenciales del ingeniero Miguel Vargas Maldonado, que salió de la Secretaría de Obras Públicas  del pasado cuatrienio con los bonos bastante altos. No obstante, una voz aautorizada de la cuadra pepehachista, el señor Aníbal García Duvergé, secretario de organización del Partido Revolucionario Dominicano, ha puesto en claro que las puertas de la candidatura presidencial de ese partido están abiertas para la figura máxima del PPH, Hipólito Mejía,  contra el cual, a su criterio, no podría funcionar el impedimiento constitucional de postularse. El respaldo que la dirigencia actual del PRD logró en el Presidium del Jacho –aún culpada en gran medida por la reciente derrota electoral- puede ser considerado como una demostración de que el estilo Mejía de ejercer el poder sigue siendo una alternativa, con precoces señales  de vuelve y vuelve.

¿Y todavía lo niegan?

 Los alegatos de que «fracasó» el sistema educativo dominicano están basados en obviedad de las estadísticas y en los perfiles  de los más contundentes problemas sociales, pero no significan que las autoridades presentes no estén haciendo lo que pueden (pero no todo lo que deben) por mejorar la situación. Nadie puede negar que el Estado dominicano ha fallado permanentemente al no aportar el volumen de recursos imprescindible para provocar un cambio en el rumbo azaroso de esta sociedad de carecencias e imperfecciones  en la infraestructura escolar. La mayoría de esos pillos que andan por ahí segando vidas para robar es gente que viene del círculo vicioso de falta de educación  que pasa de padres a hijos. Y además, como se expuso, el problema educativo no es solo de cantidad de recursos sino de calidad. Tratar de negarlo en vez de estremecerse y reconocerlo para buscar soluciones es lo más desconcertante que puede ocurrir en este momento. Puede significar  que sigue imponiéndose el criterio de que estos males sociales  están –en la apreciación de quienes gobiernan-  por debajo de la importancia que se confiere al relumbrón. Y esto pronostica que los barrios y campos continuarán siendo las canteras del desempleo  y de los individuos violentos que pesarán cada vez más en el destino de la nación. El país tendrá que despertar, más tarde o más temprano con poderosas expresiones de  rechazo a la trayectoria infructífera de los políticos y de la clase gobernante.

El candado del día después

 Como siempre, aquí el candado siempre es puesto después del desastre. La explosión de gas de Diamond Mall no solo causó una muerte muy lamentable y derribó divisiones y vidrieras; no solo arruinó muchos negocios de la plaza. También rovocó  un  despertar de autoridades municipales y de otra jurisdicciones que de repente parecen tomar conciencia de que los contribuyentes les pagan para que hagan valer normas de seguridad y de equipamiento en locales públicos en los que podrían ocurrir fatalidades como la de Diamond Mall.  En la  práctica lo que está ocurriendo es que las autoridades no suelen darse cuenta de la  frecuente  falta de prevención y de supervisiones aunque sería fácil descubrir que muchas discotecas y otras instalaciones de diversos usos en los que se concentra mucho público carecen en estos momentos  de sistemas automáticos de rociadores de agua para la extinción rápida de incendios. Aquí  además se construye violando de continuo los exigencias de tener   salidas de emergencias  habilitadas y de colocar escaleras de escape en los edificios altos. Ojalá que no sea neceario que ocurra una desgracia mayor a la de la plaza Diamond Mall para entonces comenzar con aparente brío los los  típicos operartivos con que en nuestra cultura tratamos de compensar, por racha  la habitual falta de diligencia.

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