Qué se dice
Las nuevas fronteras

Qué se dice<BR><STRONG>Las nuevas fronteras</STRONG>

El concepto «Barrio Seguro» es, como quiera que se le quiera ver, excluyente geográfica y socialmente. Aquí ponemos énfasis y recursos en tales o cuales lugares. Los otros, que esperen. Y no es que necesariamente la estrategia puede  resultar frustratoria. Incluso  se le podría encomiar  como un esfuerzo sincero de las autoridades por ir imponiendo un poco de orden y seguridad en una nación  en la que los gobiernos fueron paulatinamente dejando sin recursos a los llamados guardianes del orden, y a éstos en total licencia para desnaturalizar sus funciones  prestando servicios a particulares y mandamás sin dejar por ello de recibir cheques del Estado. Todavía hay bastantes  «agentes» o asimilados (hermanos, esposas, sobrinos, amigos etc.)  de altos jerarcas que pertenecen al renglón de «botellas policiales» mientras amplios sectores urbanos y rurales están pobremente protegidos al quedar  fuera de los barrios seguros. Se necesita que la seguridad barrial de nuevo cuño acelere el paso. Hay mucha gente lesionada directamente por la delincuencia cada día,  y muchos otros ciudadanos viven preocupados  por lo que pueda pasarles.

¿Veremos los frutos?

  Resulta promisorio que el precio del dólar se estabilice tras experimentar algunas bajas satisfactorias. Habría que celebrar si se sitúa en cotas que favorezcan la actividad económica y que la ciudadanía resulte beneficiada con algunos descensos en precios de artículos de primera necesidad. En ese orden el consumidor tiene mala experiencia. Demasiadas cosas del comercio suelen permanecer a precios elevados aunque haya razones para que bajen. Son precios sin reversas, aunque hay que admitir que diversos productos, como el arroz, se reacomodaron en niveles inferiores a los que escandalosamente alcanzaron en medio de la catástrofe financiera de los años de Hipólito Mejía. Este es un país considerablemente subordinado al dólar para su quehacer económico. La tasa determina incluso importantes oscilaciones en la calidad de vida. Un peso débil, avasallado por las monedas fuertes del exterior, suele reducir las posibilidades de que la clase media adquiera inmuebles y autos, además de que el mercado cambiario es un factor en el costo de los combustibles con repercusiones negativas en todos los medios  de transporte, públicos y privados. El gobierno debe mantener la disciplina que tiende a revaluar el peso y la gente debe percibirlo a través de la obtención de productos menos caros. La tendencia a la baja del dólar  puede constituirse en una oportunidad para dinamizar el consumo y la producción. El excesivo afán de lucro, y el agiotaje  propiamente dicho, no deben frustrar el proceso.

Con sombrero de copa, pero descalzo

  Los gobiernos pueden ser mal vistos por la opinión pública y ante organismos  internacionales y Estados amigos si aspiran a ayudas y préstamos para unos fines específicos mientras se comportan con poca racionalidad en el manejo de los escasos recursos internos. Hasta en problemas muy elementales  a veces se administra el dinero del fisco con frivolidad o desequilibrio. Vemos por ejemplo que el gobierno gasta y actúa con efectivos resultados  y rapidez en la recomposición de los sistemas de drenaje y alcantarillados para seguir con su Metro, pero es tardío y poco eficiente  en resolver la crisis de la acumulación de aguas contaminadas en la célebre laguna de la avenida Núñez de Cáceres que perjudica de manera permanente a miles de familias. En su cuestionable futurismo, las autoridades hablan de conjurar una brecha digital mientras se ensancha otra, pues  hacen esfuerzos por un desarrollo cibernético en un país en el que se hace muy poco todavía para lograr que el índice de escolaridad pase del quinto curso, uno de los más bajos de América. Aquí nos concentramos en ultramodernidades como posible solución –muy limitada  y costosa por cierto- al transporte público, pero el saneamiento urbano en ciudades con zonas cruzadas por cañadas de putrefacción, como Santiago y Santo Domingo, depende demasiado de la generosidad extranjera, cuando a ella le dé la gana de llegar. 

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