QUÉ SE DICE
Los malos tiempos

QUÉ SE DICE<BR>Los malos tiempos

República Dominicana conserva sus atractivos para el turismo y la ocupación de habitaciones en los hoteles de playa se mantiene  alta; no así en Santo Domingo, donde en los seis últimos meses cayó en un 23.6%. lo que pone en dificultades a compañías importantes y algunas  inversiones recientes que ampliaron la infraestructura de alojamiento en coincidencia con los pasados Juegos Panamericanos. Los centros hoteleros han visto perder clientes en sus dos áreas fundamentales: vienen menos huéspedes a la ciudad, que se supone un buen destino para visitantes motivados por la historia y la cultura; y están arribando menos hombres y mujeres de negocios por efecto de la crisis económica, que no termina. Pero el tiempo de vacas flacas incluye una declinación importante del uso por ciudadanos locales de las áreas de entretenimiento de los hoteles; la inflación disminuyó el poder adquisitivo y la gente se constriñe. Para colmo, el tradicional festival del meregue de días recientes  incluyó, como nunca, la oscuridad total a lo largo de la avenida George Washington. Santo Domingo ha vivido unas crisis de suministros, tanto de electricidad, como de gas propano,  que generan angustias y tensiones  y que inevitablemente  ponen muy mala nota en los ambientes citadinos. La más vieja ciudad de América necesita una sacudida que incluya ráfagas  de luz y de esperanza.

EN SUS MARCAS, AL ATAQUE

Potentes equipos motorizados están en las fronteras de las áreas protegidas, sobre todo en la región del Este. Se está a la espera de una señal para entrarle duro a las espléndidas zonas naturales que desde ya  podrían ser afectadas en virtud de una ley muy combatida por grupos ambientalistas nacionales y extranjeros. Pero se está reclamando con vigor que mientras la Suprema Corte no falle sobre la constitucionalidad de la referida ley, esas máquinas de destrucción estén contenidas. Y deben estar contenidas porque, además, desde el lunes el Poder ejecutivo cambia de manos y la posición del que llega podría seguir coincidiendo  más con los criterios de  los adversarios que con los auspiciadores de la desprotección ecológica. Ley es ley, pero en lo que a ésta se refiere, se avizora que va a quedar entre los fuegos de dos poderes del Estado.

VALOR PARA ÚLTIMO OUT

En 1978, cuando le llegó la hora de ceder el poder, tras sus traumáticos doce años de ejercicio,el doctor Joaquín Balaguer estuvo ahí en el salón de la Asamblea Nacional, y sabía de antemano que Antonio Guzmán, el presidente entrante, no vendría con flores para el caudillo reformista que había dirigido una transición enconada y que incluyó despojar al partido ganador de cuatro senadurías. En 1986, el doctor Salvador Jorge Blanco entregó las riendas a Balaguer, y no faltó a la ceremonia, y sabía que una resabiosa presencia del reformismo que volvía por sus fueros le haría pasar un momento desagradable.

En el año 2000, Leonel Fernández estuvo allí; resistió el discurso del adversario y se expuso, a sabiendas de lo que podría venirle,  que serían gestos y palabras aborchornantes, cuando ya carecía de la elevada investidura. El Guapo que está ahora no podía quedarse atrás. Estará ahí, en la  sala de la Asamblea, aunque bajo especiales medidas y garantías de protección a sus sensiblidades.

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