Hay quien sostiene que lo único que  explica que los políticos dominicanos, contrario a los de la mayoría de países del continente latinoamericano, conservan su vigencia y credibilidad es nuestra asombrosamente corta memoria, que no va más allá de cuatro años. La afirmación parece una exageración, un recurso retórico para intentar explicar un fenómeno que debería ser examinado con mayor detenimiento por nuestros politólogos, pero basta abrir el periódico para comprobar que no, que no se trata de una exageración sino de un hecho cierto y verificable incluso en los propios políticos, los primeros en predicar con el  mal ejemplo.

Para muestra, un botón: Orlando Jorge Mera, secretario general del Partido Revolucionario Dominicano, quien acaba de exigir un manejo pulcro y transparente del nuevo Plan Renove que, según Ramón Pérez Figuereo, piensa poner en marcha el gobierno peledeísta a través de la Oficina para el Reordenamiento del Transporte (OPRET) que dirige el ingeniero Diandino Peña. ¿Cinismo, descaro, falta de verguenza? Qué va, simple mala memoria.

De políticos y militares

La Asociación de Dueños de Factorías de Arroz de San Juan de la Maguana ha hecho una denuncia que bien merece que se le preste atención, pues está en juego la supervivencia de un sector productivo que genera, de manera directa e indirecta, miles de empleos en la zona. Carlos Julio Orozco, quien preside la entidad, se queja de que prácticamente han perdido el mercado de Barahona, Neyba, Pedernales y Jimaní debido a la desleal competencia de los contrabandistas, que han llenado de  arroz traído desde Haití sus almacenes y colmados. Lo más interesente del caso, según la denuncia, es que son los políticos de la región quienes “presionan” a los militares responsables de  la vigilancia fronteriza para que permitan la introducción ilegal  del cereal.

El argumento de esos políticos -“hay que ayudar a los compañeritos que se ganan la vida en esa actividad”- ha sido tan convincente que ha logrado que esos militares bajen la guardia, perdonando la redundancia, y se olviden de las “órdenes superiores” que han recibido así como de su sagrado compromiso de salvaguardar nuestra soberanía, que empieza justamente en la frontera que se les ha confiado proteger.

 Insistencia

Hay que intentar entender, por un elemental sentido de humanidad, la insistencia de un padre al que le han matado a su hijo de que se aclaren las circunstancias que rodearon su trágica muerte, y si acaso se establece alguna responsabilidad de carácter penal que los señalados respondan ante los tribunales de justicia.

El empresario Nemem Nader, padre de Yaser Alberto Nader Rojas, muerto de nueve balazos junto a otros dos jóvenes en el parqueo de la discoteca Loft, se ha cansado de esperar los resultados de las investigaciones que realiza la Policía Nacional en torno al caso, por lo que ha decidido indagar por sus propios medios lo que ocurrió. En esos afanes investigativos  se ha tropezado con hallazgos muy interesantes, como lo es el hecho de que la pistola conque fue muerto su hijo, propiedad de Ignalio Mañón Tapia, otro de los jóvenes muertos esa fatídica noche, es de un nivel de sofisticación tal que solo hay treinta en el país, y están bajo custodia, dice Nader, de la Guardia Presidencial.¿Cómo llegó esa arma a manos de un civil que ni siquiera era funcionario? Ese es otro misterio, junto al guardaespaldas que tenía asignado el mismo Mañón Tapia, que la Policía no ha podido, o no le ha dado la gana, de aclarar.