Qué se dice
Malapalabrosos

Qué se dice<BR><STRONG>Malapalabrosos</STRONG>

Hay una novedad en el mundo de la publicidad dominicana que a cualquiera deja mal impresionado. La laxitud en el uso del mal lenguaje que  ha invadido la comunicación -sobre todo a la radio- en los últimos tiempos ya se ha manifestado en algunos comerciales de televisión. Ya una minoría de los creativos –de manera rampante- no se detiene si  alguna  mala palabra acude a su imaginación en el momento en que elaboran textos, con lo que la descompostura idiomática gana más espacio en este país. Nada tiene de raro que los malos ejemplos encuentren terreno fértil en República Dominicana. No quiere esto decir que del buen camino se vayan a apartar los excelentes profesionales de la publicidad que abundan entre nosotros. Las sólidas y prestigiosas agencias del renglón han de preferir siempre la sutileza elegante y el mensaje sugerente e impactante, pero esencialmente decente.

No hay vuelta atrás

En el caso, ya poco probable por suerte, de que dejen al país sin nuevo presupuesto en el 2006, no habría forma de deslindar responsabilidades  como para decir que unos actuaron bien y otros actuaron mal. Tan terco y egoísta habría sido el jinete que fuetea como la mula en que ha cabalgado. La separación de poderes se inventó para preservar la multiplicidad de criterios y el equilibrio, pero la obligación de afinar puntería y dar en el blanco tomando decisiones acertadas, es ineludible para quienes ejercen tan cruciales funciones.  El Poder Ejecutivo y los legisladores están más que obligados a prohijar un presupuesto y deben hallar la fórmula para que sea algo aceptable para ambos. De lo contrario los sectores  de opinión pública deberán, en forma unísona, culparlos y hasta suponer que el ejercicio del poder  se encuentra en estos momentos en manos de gente que se está autodescalificando y faltando a la confianza de la nación. En personas que dan bastante  motivos para que en el exterior se piense que vivimos bajo un Estado en creciente condición de fallido.

FMI vs. BC

Algunos exigentes y realistas observadores del panorama económico dominicano sonrieron con cierto escepticismo al leer lo que dijo Pamela Cox, vicepresidenta regional del Banco Mundial, como lo hicieron también hace poco al escuchar al gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, cuando dijo que el crecimiento económico del país fue de 9.3 en el año 2005. Sabiéndose que la entidad rectora del sistema financiero y monetario usa un punto de referencia desfasado para calcular –método cuestionado incluso por el FMI- no es mucha la confianza que puede depositarse en tales cifras halagadoras y optimistas. Procede dudar y sonreír. Ahora surge la señora Cox hablando de un regreso impresionante del crecimiento dominicano, sin explicar si su entusiasta reacción está conectada a los datos bancocentristas de la premodernidad (1970) o si dispone de números debidamente contrastados con resultados económicos más recientes. El representante del FMI en el país, Ousmene Mandeng, cree que la economía ha mejorado efectivamente pero tomando como base lo que ha sabido sobre el aumento de las importaciones y del consumo. Lo que él no hace es exagerar la apreciación hasta el 9.3%. Parece que la Cox sí.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas