Si es cierto lo que dicen que dijo el presidente Fernández en encuentros realizados con sus seguidores hay que convenir en que el mandatario está perfectamente consciente de cuál es el enemigo a vencer en las próximas elecciones y las negativas repercusiones que tendría, en el propósito común de partido y gobierno de vencer a ese enemigo, si la enconada lucha interna que libran sus partidarios y los del licenciado Danilo Medina por la candidatura presidencial desborda sus cauces naturales y degenera en una crisis divisionista.

 Es lamentable, empero, que las exhortaciones a la moderación y el respeto a sus adversarios internos que hizo el presidente Farnández en esos encuentros no se le haya dado una mayor difusión, algo extraño en un gobierno tan inclinado a la propaganda, pues su autoridad moral y liderazgo pudieron haber evitado muchos de los excesos que hoy, como bien acaba de señalar José Tomás Pérez, mantienen al PLD al borde de una división.

Esperando un milagro

A pesar de que tanto monseñor Agripino Núñez Collado como sindicalistas y empresarios evitaron mencionar la palabra fracaso al hablar sobre las implicaciones de la nueva suspensión de las negociaciones que vienen realizándose, con la mediación del rector de la PUCMM, en torno al aumento salarial, lo cierto es que la distancia que todavía separa una posición de otra es demasiado grande como para que pueda hablarse con optimismo de sus resultados. Mientras los empresarios, encabezados por Alejandro Macarrulla, mantienen su oferta de aumentar un 12% al salario mínino, los sindicatos se mantienen firmes en su posición de que el aumento debe abarcar a todos los trabajadores, para quienes reclaman 25% hasta los 30 mil pesos. Monseñor Núñez Collado, inmune al desaliento o la desesperanza, ha prometido que junto al secretario de Trabajo Ramón Fadul continuará impulsando esfuerzos para lograr un entendimiento entre las partes, pero la realidad monda y lironda es que las perspectivas de alcanzar ese consenso no son muy halagueñas y que nuestro mediador por excelencia, a pesar de su experiencia y amplia hoja de servicios, no puede hacer milagros.

Horror recurrente

Parece que la sociedad dominicana tendrá que acostumbrarse al recurrente espanto de ver cómo una delincuencia violenta, desalmada y viciosa le arrebata vidas jóvenes y valiosas por tan solo un celular o cualquier otra baratija, la última de ellas un joven estudiante universitario de Valverde Mao. José Manuel Mercado Guzmán, de 22 años y estudiante de término de comunicación social en el Centro Universitario Regional de la UASD en Santiago, fue asesinado a batazos, cuchilladas y pedradas por dos individuos que aprovechando la oscuridad de la noche lo emboscaron en una sector de la comunidad de Esperanza según contaron testigos del hecho a la Policía, que gracias precisamente a esos testimonios pudo apresar en menos de 24 horas a los asesinos. El caso de Mercado Guzmán, el tercer joven asesinado desde que Vanessa Ramírez Faña, una estudiante de medicina de una conocida familia santiaguera, fue muerta de un balazo para arrebatarle su celular en junio del pasado año, ha llamado la atención por su brutalidad y saña, lo que hace pensar a las autoridades que pudo haber otros motivos, además del robo, detrás de su asesinato.