Qué se dice
Para ganar con ventaja 

Qué se dice<BR><STRONG>Para ganar con ventaja</STRONG> 

El Partido de la Liberación Dominicana se lanzó a una cuestionable jugada al abogar, mediante instancia, por el rechazo de las candidaturas de sus contrincantes que supuestamente fueron presentadas con violación de plazo ante la Junta Central electoral. Aquello lució como un oportunismo que desdecía de sus auspiciadores. A lo más que podía arriesgarse el PLD  era a criticar con intensidad a los aliancistas rosados y tratar de presentarlos como incumplidores de regla de juego y por esa vía esforzarse por desmeritarlos políticamente como gente desordenada, pero sin aspirar jamás a que incidentes de coyuntura condujeran al absurdo de eliminar a una buena parte de la competencia electoral. Sin la presencia a plenitud de la coalición PRD-PRSC aquí virtualmente no habría unas elecciones con diversidad de ofertas válidas. ¿O es que el PLD se hacía ilusión con la posibilidad de concurrir a una consulta parecida a la “convención” que se inventó Hipólito Mejía para consagrarse como candidato reeleccionista  teniendo como único rival a Frank Joseph Thomen? Con su instancia el partido morado se comportó como un  boxeador que tan pronto sube al ring solicita al árbitro la descalificación por cualquier tontería  del  pugilista de la esquina contraria para entonces quedarse como el inexorable triunfador sin haber lanzado una sola trompada.

Llover sobre mojado

 A mucha gente le irrita ver que el gobierno use mucho dinero de los contribuyentes para pagar –seguramente que muy bien- la pavimentación de calles que a ojos vista no parecían necesitar demasiado un reacodicionamiento. Al ciudadano que tenga domicilio o negocio en vías secundarias de barrios de baja clase media o de sectores pobres siempre le va a parecer absurdo que se use material asfáltico para cubrir superficies por las que los vehículos estaban circulando sin mayores problemas. Esto, mientras miles de familias y establecimientos conviven con cráteres o polvaredas. Para no ir más lejos, la avenida San Martín, en su tramo que se extiende desde la avenida 27 de Febrero hasta la Máximo Gómez, presenta daños y hasta zanjas pronunciadas que causan daños a los automóviles. Sin embargo, los programadores de trabajos viales estaban en estos días disponiendo que se pavimentara exclusivamente la parte mejor de la San Martín, la que hacía incluso poco tiempo que había recibido una magnífica capa asfáltica. Eso se llama pavimentar lo pavimentado o llover sobre mojado.

En mala, allá y aquí

Doblemente perjudicados, miles de dominicanos sufren las consecuencias de deportaciones desde Estados Unidos. Aunque muchos han sido reos de crímenes mayores, se dan numerosos casos de personas que nunca estuvieron hondamente comprometidas con actos delictivos graves y que habiendo pagado sus deudas con la sociedad merecerían una oportunidad  de reinsertarse  a una vida ordenada y productiva. Pero esa puerta se les cierra, primero con la repatriación automática y cruel que se lleva a cabo a espaldas de que muchos de los deportados crearon familias en el Norte y habían perdido su vinculación con la tierra natal, donde no tienen familiares directos ni relaciones para reinstalarse. Estigmatizados, miles de ex convictos están aquí sin empleos y hasta marginados absolutamente de operaciones y trámites financieros que son casi imprescindibles para operar algún negocio propio. ¡Oh ironía! Los pocos que consiguen trabajar en zonas francas, como está ocurrido actualmente con varios de ellos en Puerto Plata, perciben salarios inferiores a los que devengaban en las cárceles norteamericanas, donde los reclusos disponen de oficios remunerados.  Los dominicanos, además, no reciben asistencia consular en Estados Unidos para enfrentar la drasticidad anti-inmigrante del Norte, como ocurre con los mexicanos, cuyo Estado nunca los abandona. Tras llegar aquí, ningún programa oficial atiende su triste realidad.

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