CLAUDIO ACOSTA
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El cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, preocupado por las repercusiones que tendrá sobre el país el alza continua de los precios del petróleo, sugiere al gobierno racionar el uso de los combustibles, pero lo que debió hacer fue preguntar por el Plan de Ahorro con el que el viene amagando desde hace meses, mientras el barril de petróleo sobrepasa ya los 130 dólares y los pronósticos son de que llegará a los 200 antes de que termine el año.
Ya no está de por medio, gracias a Dios, la excusa de la campaña electoral y por lo tanto tampoco el miedo a que los rigores de un plan de ahorro que implique sacrificios para la población se traduzca en pérdida de votos. ¿Por qué no ha sido posible, a pesar de los reiterados anuncios, focalizar el GLP para beneficio exclusivo de las amas de casa pobres? ¿Dónde están los 2,400 vehículos del transporte público que serían convertidos a bio diesel? Esas medidas, entre otras, fueron anunciadas al país por el propio presidente Fernández, y ni siquiera por eso acaban de arrancar.
El gobierno tiene que ponerse las pilas, olvidarse de los inevitables costos políticos que acarrean las medidas de esa naturaleza y anunciar cuanto antes lo que piensa hacer para que el país ahorre combustibles, sin olvidar –por supuesto– lo más importante: predicar con el ejemplo.
El pero . Qué pena que a la hora de poner en práctica una herramienta tan útil a la vida en democracia como lo es el diálogo y la concertación siempre aparece un pero que lo echa todo a perder. El ingeniero Ramón Alburquerque, hablando en calidad de técnico energético, propuso al gobierno discutir con todos los sectores la posibilidad de poner en marcha un plan nacional que permita al país enfrentar la escalada de los precios del petróleo.
El gobierno, para sorpresa de muchos, informó a que acoge con beneplácito la propuesta a través del ingeniero Radhamés Segura, quien sin embargo recordó al ingeniero Alburquerque que el gobierno trabaja en un plan integral para dar solución al problema energético antes del 2012. Ojalá que este no sea el pero que nunca falta, y que la humildad conque el gobierno dice acoger la propuesta sea un acto sincero, abierto y auténticamente democrático.