Primero destruyeron su fotografía, expuesta en el Parque Independencia como parte de la exposición 100 Mujeres, con la que se honra a cien de nuestras mas destacadas mujeres por sus aportes al engrandecimiento del país y la dominicanidad, en un acto infame y cobarde que merece unánime repulsa. Ahora se pretende despojarla de la nacionalidad dominicana alegando que sus padres mintieron al momento de hacer su declaración de nacimiento, según una investigación realizada por inspectores de la Junta Central Electoral.

Sonia Pierre, quien insiste en que es dominicana, que nació en el batey Lechería de Villa Altagracia, de padres haitianos, está convencida de que la iniciativa de la JCE de solicitar la anulación de su acta de nacimiento es parte de una campaña de persecución y retaliación resultado de su firme defensa de los derechos humanos de los haitianos que residen en territorio dominicano, y no hay dudas de que así lo verán allende nuestras fronteras. ¿Y saben qué? Tiene toda la razón.

El Almirante
No es por nada, pero no hace falta ser el jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, la nación más poderosa del planeta, para darse cuenta de la vulnerabilidad de la frontera dominicana con Haití, más de 300 kilómetros de terreno abrupto de muy difícil vigilancia, al trasiego de drogas, armas, personas y cuanta mercancía hace falta llevar de aquí para allá y de allá para acá, pues nadie -ni vivo ni muerto- recuerda que fuera diferente desde que hicimos conciencia de que éramos dos naciones distintas compartiendo, para bien o para mal, una misma isla. Pero el almirante James Stavridis no solo vino a decirnos lo que sabemos de sobra desde que República Dominicana se ganó el derecho a llevar ese nombre, pues también tiene previsto reunirse con los altos mandos militares para discutir la clase de cooperación que necesitan nuestras Fuerzas Armadas para reforzar la seguridad en la zona, pues Estados Unidos quiere ayudar con consejos y también con recursos hasta donde podamos. Hay que confiar en que nuestros jefes militares convenzan al almirante Stavridis de que la nación más poderosa de la tierra lo puede todo, mucho mas si conviene a sus intereses.

Despilfarro
Cuando en octubre del pasado año estalló el escándalo por las torturas de que eran víctimas menores de edad recluídos en la cárcel de Najayo a manos de los nuevos agentes penitenciarios (VPT) también salió a flote la sorda pugna entre los distintos actores responsables de la instauración del nuevo sistema penitenciario, que colocaba en extremos distantes y opuestos a la Pastoral Penitenciaria, que dirige Fray Arístides Jiménez Richardson, y el componente de Justicia del Programa para la Modernización del Estado (PARME), concretamente los técnicos extranjeros que trabajan directamente en la supervisión del nuevo modelo penitenciario que se intenta aplicar en el país con financiamiento de la Unión Europea. Por alguna razón, hasta ahora inexplicada, ese conflicto ha regresado a los medios de comunicación luego de que el coordinador de la Pastoral Penitenciaria denunciara públicamente el despilfarro de dinero en que incurre la gente del PARME, demasiado inclinada -según Jiménez Richardson- a celebrar sus talleres y seminarios de capacitación rodeados del confort y el lujo de los grandes hoteles, en contraste con la situación de pobreza y extrema miseria en que sobreviven muchos de los encarcelados de los centros de reclusión del viejo modelo penitenciario dominicano. Palabras han habido.