Que se dice
Sobre mieles y chaquetas

<STRONG>Que se dice<BR></STRONG>Sobre mieles y chaquetas

Los cambios sorprendentes  de bandería partidista en medio de la confrontación de ambiciones por el poder no deberían pregonarse con tanto empeño, bombos y platillos, y menos cuando se pasa de la oposición a los rediles del poder, que es donde abundan las mieles y la fascinación que ejerce el que manda en un país presidencialista, con un megaestado que gasta sin compasión y puede esparcir favores de todos los calibres, no solo por debilidad de las instituciones sino por la fuerza de la cultura.

Parece claro que el proyecto reeleccionista aspira a basar algo de su posible éxito en su capacidad de restarle dirigentes y figuras al adversario. Por eso, de alguna gran fiesta con colorados se pasa con trompetas  y alardes a algún escenario vinculado al perredeismo del que repentinamente surjan pleitesías al oficialismo. Lo menos que puede decirse es que, en diversos grados, el transfuguismo y la infidelidad a símbolos y místicas tienen más que ver con lo negativo que con la virtud. Solo los que cambian de parecer bajo la atracción del poder  tienen, privadamente, motivos de sobra para festejar. Allá ellos y sus motivos. Pero para la sociedad se trata de una migración poco edificante el hecho de que la gente deserte y cambie de chaqueta y que encima de eso lo pregone con tanto deleite. El observador que cree en valores morales preferiría que la política fuera otra cosa.

La buena ciencia de Bernardo

El general Bernardo Santana Páez pasó con notas satisfactorias la prueba de ser jefe de la Policía. Estuvo frecuentemente en sintonía con las preocupaciones de los ciudadanos, logró cambios importantes en la función policial  y combatió el crimen dentro de las propias filas de la institución, aunque existen  motivos para suponer que esa puesta en orden interno no ha sido completada. Falta bastante  por hacer. Véase que Santana logró lo inusual de conservar aceptación pública  (con marcas de respaldo ciudadano establecidas por encuestas como a ninguno de sus antecesores) en medio incluso de incrementos de los delitos. Cumplió su papel en un cargo de muchas responsabilidades, al que llegó sin fama de  represivo, sino de cultor de lo científico en la investigación. No de lo “científico” de la represión al dispararles a los alteradores del orden en las calles. El hito está marcado. Los métodos de Santana Páez deben permanecer, o para mejor decir, deben perfeccionarse. Es necesario que cada acto policial que cause heridas o muertes a civiles sea siempre investigado por la justicia, no por la policía sólo, que sería juez y parte. Es cierto que en muchos casos la lucha contra el delito es inevitablemente cruenta. Pero la sociedad necesita que cada hecho que cueste vidas humanas o produzca invalidez quede transparentemente explicado.

Anarquía eléctrica

Lo que ocurrió en  Los Alcarrizos es alarmante. Individuos de una especie de “corporación negra”  se treparon a altos postes para a su mejor parecer crear enlaces entre circuitos de distribución. Como se trató de un acto vandálico sin ingeniería ni planificación, se desató una ola de altos voltajes que dañaron equipos a lo usuarios regulares  y a la propia compañía Edesur. Millones de pesos en pérdidas y lo que es peor aún: el desastre de redes  de energía que crearon los manipuladores ilegales es tal que existe un peligro permanente para la vida de los consumidores  y de los técnicos que son impedidos además de realizar su trabajo, pues al parecer hay zonas de Los Alcarrizos que son territorio  “apache” a los que no se puede penetrar en nombre de la ley y de las regulaciones energéticas. Aunque parezca increíble en Republica Dominicana hay  quienes pregonan su criterio de que es legítimo robarse la luz aunque solo sea para vengar las deficiencias. Sin embargo Edesur (la empresa que distribuye en Los Alcarrizos) pertenece a la nación, opera con dinero del pueblo y sus pérdidas o beneficios recaen sobre la nación  como un todo que es el dueño de cosas que más respeto debe merecer.

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