Si bien las explicaciones ofrecidas por el director de Prensa de la Presidencia, el periodista Rafael Núñez, han servido para justificar la existencia de los altos salarios que devengan algunos funcionarios del gobierno, también nos han permitido recordar que, a fin de cuentas, todos nuestros políticos han sido cortados por la misma tijera, pues todos se comportan de la misma manera cuando de administrar los recursos públicos se trata.
Núñez se ha visto forzado a salirle al frente a la campaña mediática que, a su juicio, alienta el Partido Revolucionario Dominicano con el perverso propósito de desacreditar al gobierno, aclarando que los altos sueldos que tanto critica la dirigencia perredeísta fueron fijados durante el gobierno del ingeniero Hipólito Mejía, que en algunos casos, asegura, hasta alcanzaron un monto superior a los actuales.
Y cita el caso del presidente del PRD, el ingeniero Ramón Alburquerque, quien cobraba cerca de un millón de pesos al mes cuando fue presidente del Senado, sin contar los salarios asignados a sus empleados, pero también el de José Lois Malkum, ex gobernador del Banco Central, quien a pesar de durar tan solo 18 meses en el puesto se pensionó con el mismo sueldo que devengaba, RD$367,270.00, lo que tuvo que ser posteriormente anulado por la Junta Monetaria. Aceptemos como buena y válida la aclaración del licenciado Núñez, pero que sepa que solo ha servido para que metamos a todos, blancos y morados, en el mismo saco.
Pan nuestro
Por tratarse de un tema tan delicado como la salud de los consumidores dominicanos y, más que nada, de un alimento que, como el pan, está presente todos los días en la dieta de millones de familias, es conveniente y necesario que las autoridades despejen todas las dudas surgidas a propósito de la utilización de sustancias con potencial cancerígeno en su fabricación, lo que de inmediato han negado panaderos e industriales de la harina.
El secretario de Salud Pública, el doctor Bautista Rojas Gómez, ha explicado que se reunirá en las próximas horas con funcionarios de Industria y Comercio y la Dirección General de Normas y Sistemas para discutir la necesidad de establecer mayores restricciones en el uso del bromuro de potasio, el supuesto cancerígeno, a pesar de que en las dosis adecuadas, como tiene entendido se utiliza en República Dominicana, no representa peligro alguno para la salud de quienes consuman el popular alimento. Aparentemente solo se ha tratado de un malentendido, pero dado el revuelo causado por la noticia sobre el uso de cancerígenos en la fabricación del pan nuestro de cada día se hace necesario que todo se aclare cuanto antes.
Una queja oportuna
Hay que agradecerle al director ejecutivo del Departamento Aeroportuario, Andrés Vanderhorst, que se atreviera a exponer públicamente una queja que rumian por lo bajo sectores vinculados al turismo, pues se trata de una incongruencia, de un verdadero contrasentido en materia de políticas públicas en un país cuya principal fuente de generación de divisas es el turismo: los excesivos impuestos que cobran las instituciones del Estado y los aeropuertos a las líneas aéreas. Eso convierte a República Dominicana, según Vanderhorst, en el país que más impuestos cobra en sus aeropuertos nacionales, lo que está perjudicando al turismo y encarece los boletos aéreos. El funcionario hizo sus señalamientos en el acto donde puso en posesión de su cargo al nuevo encargado de Protocolo en el aeropuerto Las Américas, lo que -reconoció- podría traerle problemas en algunos sectores oficiales, y justo el mismo día que el Banco Central dio a conocer un informe sobre el comportamiento de la industria turística entre enero y agosto de este año que refleja un virtual estancamiento en su crecimiento, de apenas un 0,2%. Eso se llama ser oportuno.