Qué se dice
Un baldón muy pesado

<STRONG>Qué se dice<BR></STRONG>Un baldón muy pesado

Si es verdad, como ha dicho y repetido el ingeniero Diandino Peña, que se hicieron los estudios geológicos y de suelo que requiere, aquí y en cualquier parte del mundo, una obra de la magnitud el Metro de Santo Domingo, también lo es que su negativa a mostrar esos estudios al periodista Huchi Lora está arrastrando al eficiente constructor, y por vía de consecuencia también al gobierno del presidente Leonel Fernández, por un derrotero peligroso para cualquier gobierno que se precie de democrático como lo es desacatar la sentencia de un tribunal de justicia que simplemente le ordenó cumplir una ley votada por el Congreso Nacional.

El ingeniero Peña está a tiempo, sin embargo, de enmendar un error que podría resultar mucho mas costoso de lo que la miopía oficial alcanza a vislumbrar, pues a un gobierno encabezado por el presidente Leonel Fernández, que se jacta de promover una “revolución democrática” dirigida, entre otras cosas, al fortalecimiento de nuestras endebles instituciones, ni le luce ni le conviene cargar con un baldón tan pesado.

Espacios públicos

Se supone que las aceras y calles de la ciudad son espacios públicos que tienen derecho a utilizar los ciudadanos siempre y cuando no transgredan las normativas municipales, que entre otras cosas prohíben su ocupación o usufructo por parte de particulares. ¿Por qué entonces pagarle a un particular, salido no se sabe de dónde y sin ninguna autoridad, para que le “cuide” el vehículo que aparcó en cualquiera de nuestras calles? Lo peor del caso es que ese cobro abiertamente ilegal se convierte con frecuencia en chantaje si está mediado, en caso de que no se acceda a contratar el “servicio”, por la amenaza implícita de provocar algún daño al vehículo, como efectivamente le ha ocurrido a mucha gente en la Zona Colonial, y como está ocurriendo con quienes parquean sus vehículos en los alrededores de la Feria de Libro. Lo más irónico del caso es que se trata de un “servicio” que se contrata dizque para evitar que los delincuentes se roben o dañen el vehículo, pero desgraciadamente en este caso unos y otros son la misma cosa. ¿Quién podrá defendernos?

Aire limpio

Cuentan que el obispo de la diócesis de San Francisco de Macorís, monseñor Jesús María de Moya, rebosa de satisfacción. ¿La razón? El éxito de participación de la “V Jornada de Aire Limpio y Vida Sana” celebrada el pasado domingo en esa ciudad, en la que organizaciones comunitarias, empresariales, sociales y educativas decidieron “apagar los motores” del progreso -vehículos de motor, fábricas, empresas, etc.- como una forma de crear conciencia sobre la necesidad de mantener limpio el aire y preservar el medio ambiente y los recursos naturales. Dedicado en esta ocasión al empresario Manuel Arsenio Ureña, de Santiago, “el día del aire limpio” -como ya se le conoce- es ya una tradición entre los francomacorisanos, que ese día dejan a un lado las mezquinas razones de siempre, sean estas políticas, religiosas o de cualquier otra índole, para mostrar su preocupación por los nocivos efectos de la contaminación en la calidad de sus vidas y, más que nada, de la amenaza que representa para su futuro y el de sus descendientes.

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