Que se dice
Un reloj con marcha atrás

<SPAN><STRONG>Que se dice<BR></STRONG></SPAN>Un reloj con marcha atrás

Durante los doce años del doctor Joaquín Balaguer en la presidencia y sus administraciones posteriores, la intelectualidad y lo mejor de la disidencia política de entonces desarrollaron y exhibieron posiciones de rechazo a pronunciados rasgos de su gobierno.

La frase “varilla y cemento” se acuñó para sintetizar la crítica al relumbrón de obras como el Faro a Colón, los apartamentos costosos para su propia gente y otros gastos que no atendían la prioridad de los seres humanos en cuanto a educarlos, sanarlos y asegurarles el futuro. Al balaguerismo se le criticó su uso de recursos para atraerse respaldo; se le reprocharon las “funditas” del paternalismo que explota las necesidades de los más pobres, bajo consignas políticas que ahora resultan el precedente que inspiró frases  de actualidad como “e’ palante que vamos”.

Se le criticó el uso maquinal partidario del Congreso para hacer leyes a la carrera. Y se le criticó la falta de transparencia, pues, entre otras cosas, hizo un Faro  de costo millonario como sacado de entre las mangas, contra viento y marea y sin rendir muchas cuentas. La mayoría de quienes adversaban a Balaguer desde posiciones de conciencia y modernidad, imaginaban que el futuro sería diferente y que su estilo quedaría superado con el tiempo. Pero ahora que estamos en lo que ayer solo era futuro,  y ahora es presente, se podría pensar que la realidad es una rueda y que en algunos aspectos  hemos rodado para atrás.

Del polvo al lodo

La violencia física y verbal que se pronostica como una  posible característica del año electoral 2008  eventualmente podría ser relacionada en buena  medida a los métodos usados desde las facilidades del Estado para atraer gentes de otros partidos. El desparpajo con que entes del oficialismo han tratado y logrado quitarle adeptos al Reformismo, usando incluso sus colores y símbolos y motivando  con ello una rebelión de la dirigencia del Gallo que llegó hasta las calles de Santo Domingo, ha sido demasiado hiriente y reniega  de la decencia y el respeto que deben primar en el accionar político. Además, el oficialismo ha propagado, más que otros, la descalificación del adversario con una guerra de spots hiperbólicos.

Desde luego que aquellos  polvos trajeron los lodos de ahora, y que ya el verbo emponzoñado sale de lado y lado. Nombrar tránsfugas en cargos, a troche y moche, casi en el momento en que cambiaban de chaqueta, es un empleo ¡violento! de recursos públicos que soliviantaría hasta al más pacífico ciudadano, Ningún alto dirigente gobiernista puede dejar fuera de sus pronósticos de violencia a los elementos de su propia cosecha que podrían  descomponer la contienda  política.

La pirotecnia y el pasado

En otros tiempos, a los viajeros que entraban por el aeropuerto Las Américas les incautaban, en súbitas rachas, los embutidos, algunas bebidas y hasta electrodomésticos en supuesta aplicación de las leyes. Pero con posterioridad se escuchaban historias sobre los banquetes y disfrutes a que pasaban los inspectores de la confiscación. Manzanas y jamones sacados de las maletas iban a dar a sus estómagos. También fue común que automóviles y otros bienes colocados bajo la custodia del Estado por diferentes razones  en realidad eran transferidos al usufructo de terceros favorecidos irregularmente por los ejes del poder.

Véase cómo después que la ciudadanía aplaudió que las autoridades prohibieran la venta callejera de fuegos artificiales, en aras de proteger a la niñez, de buenas a primera se descubrió que una parte de tales artefactos nocivos ya incautados fueron a parar a manos de menores en la ciudad de Santiago. Puede suponerse que los individuos irresponsables que ayer manejaban a su capricho mercancías tomadas a ciudadanos y al comercio no están ya en sus puestos. Pero a esas mismas funciones de incautación ha venido gente que tampoco tiene  concepto ni moral para un desempeño ético. Ya lo dijo, poco más o menos, Juan Pablo Duarte: mientras no se castigue a los malos dominicanos, los buenos serán víctimas de sus maquinaciones.

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