Los familiares y amigos del fallecido diplomático y antiguo coordinador de los periódicos HOY, El Nacional y El Día, el recordado Miguel Ángel Velázquez Mainardi, patrocinaron el pasado domingo una ofrenda en el Altar de la Patria en nombre del combativo comunicador en el 70 aniversario de su nacimiento.
Velázquez, que se distinguió por sus resueltas posiciones en favor de los derechos y causas de la nación dominicana desde los tiempos de la tiranía trujillista cuando estuvo en el exilio, falleció en el año 2005 en pleno ejercicio de representar al Estado Dominicano ante el gobierno de Chile. Sin embargo, en el acto en su honor no hubo presencia de ninguna representación oficial.
Trascendió que al Presidente Leonel Fernández le fue participada la actividad con suficientemente tiempo y de manera formal por los descendientes y antiguos compañeros de lucha de Miguel Angel. Lo mismo se hizo con la Cancillería y a pesar de todas estas demostraciones de interés de que el Estado se hiciera representar en el cálido encuentro de recordación de su leal servidor, el oficialismo brilló por su ausencia. Pudo saberse que esa omisión cayó mal entre participantes del homenaje que, con gran sentido patriótico, implicó en primer término reverenciar y exaltar a los fundadores de la República.
Robarse a sí mismo
Los pobres y los indigentes que se conectan de forma irregular a las redes eléctricas pueden invocar una atendible incapacidad de pagar el servicio, y la sustracción que se atribuye a los moradores de barrios carenciados apenas representa el 12% de la energía que la compañía Edesur despacha a sus clientes.
El gerente de esa empresa estatal, que es por tanto propiedad del pueblo dominicano, señor Ricardo Arrece Pérez, se comprometió públicamente a aplicar de un comienzo la penalización del robo de energía a los clientes de altos recursos. Su decisión es justa y procedente.
Su anuncio despeja un poco el temor de que la persecución al hurto de energía se cebara en las clases medias y bajas. Pero, viendo bien las cosas, el robo eléctrico siempre ha estado castigado (¿Cuál delito de tomar lo ajeno no lo está?) Lo que ha ocurrido en este país, como una cultura, es que los bienes del Estado no son respetados como legítimas posesiones de la nación como un todo. Tan grave falta debe ser robar cables de Codetel que sustraer la energía generada por Ede-Sur, Ede-Norte y Ede-Este. En particular no debe escapar a la consideración de la ciudadanía que para que las Edes, sur y norte, volvieran a ser un patrimonio público hubo que incurrir en altísimos pagos y contraer onerosas obligaciones para futuro a costa del Erario y al Erario lo sustentan todos los dominicanos que trabajan y consumen.
Igualdad y parques
Habría que suponer que si al ingeniero Miguel Vargas Maldonado o a Amable Aristy Castro se les hubiera ocurrido primero que al gobierno convertir el flamante parque de la avenida Núñez de Cáceres en asiento de una exposición relacionada con sus proyectos de inversiones y realizaciones, les hubiese sido autorizado.
Eso al menos es lo que manda el sentido de igualdad de oportunidades en el trato a los aspirantes electorales. Aunque el Estado esté encabezado por el doctor Leonel Fernández en modo alguno él puede ser receptor de ventajas para ocupar y disponer de espacios públicos, a nueve meses de las elecciones generales de mayo del 2008. Aun cuando se trate de una muestra de imágenes de obras del Estado, existe la obligación de la neutralidad ante la sociedad dominicana, pues la exhibición del parque de la Núñez es presentada con una retórica de proyección al futuro, en innegable esfuerzo por captar respaldo para el primer magistrado de la nación que aspira a la reelección. ¿Podrían Vargas Maldonado o algún otro adversario del candidato en el poder usufructar para su propia causa el parque Eugenio María de Hostos y llenarlo de imágenes referentes a su pasada labor como servidores públicos, haciendo propaganda sobre sus proyectos de Estado?