Que se levante primero

Que se levante primero

La dama está de rodillas, con el pañuelo que cubre sus ojos empapado de lágrimas, utilizando el arma en su mano  como apoyo para no caer humillada en el pavimento, con el instrumento básico medidor a su lado.

Estamos en un callejón sin salida, donde los que nos gobiernan y los que aspiran a sustituirlos están igualmente contaminados por la corrupción. El desorden institucional es tan mayúsculo, que buscar ayuda en organizaciones de protección al ciudadano, se convierte en repetitiva comedia, donde el usuario es convencido para que acepte más tranquilamente que el gobierno se burle de él. Cada vez aparecen más trepadores sociales buscando notoriedad como supuestos defensores del pueblo y, honrosas excepciones en los medios de comunicación, asumen la responsabilidad de la denuncia, pero, en la mayoría de los casos, no encuentran quienes den continuidad y respaldo a los procesos, lo que permite que la memoria colectiva se diluya en el tiempo y los corruptos continúen burlándose de la sociedad.

El pueblo parece un prisionero rodeado de salidas múltiples donde cada puerta conduce a un lugar peor y las más confiables tienen un trayecto sinuoso, largo y agotador como son: Más educación, creación de empleos, aumento de la producción agrícola, mayor participación de los grupos comunitarios, austeridad, etcétera, y no hay una señal inmediata de “real cambio” en el rumbo de la nación.

Si la dama mencionada en el primer párrafo, que no es más que la justicia,  lograra actuar verticalmente, sin miramientos, llevando a prisión a los corruptos mediante sentencias ejemplares, inmediatamente se respiraría un aire de cambio como señal para el pueblo de que se enderezó el camino.

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