¡Que se vayan los cinco!

¡Que se vayan los cinco!

El 15 de mayo será el punto de partida de un proceso institucional llamado a sustituir los miembros del Tribunal Superior Electoral. Por eso, lo repito hasta el cansancio: Danilo Medina puede contribuir sustancialmente a un respiro ético en la conformación del nuevo equipo de integrantes de un organismo altamente desacreditado y con la obligación de dirimir los conflictos que se desarrollan en el sistema de partidos.
Desde el año 2010 y dentro del marco de la conformación de las altas cortes, la ciudadanía ha sido testigo de la orquestación de un mecanismo que reviste de legalidad una red de decisiones con un alto contenido politiquero donde la razón jurídica encontró en los amarres, contactos y cuotas de representación la pieza de escarnio de las litigaciones electorales. Además, la sensación que se tiene respecto de los actuales integrantes del TSE reside en la urgencia de ser recompensados por su labor indecorosa, provocando que se queden dos o tres en el tribunal, y los “otros” enviados al refugio por excelencia de sus inconductas: el servicio exterior.
Aunque el presidente del país no es un profesional del derecho, su instinto y experiencia política pautan una singular oportunidad para que el mecanismo constitucional conocido como Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), oriente a los futuros miembros del TSE en el orden del compromiso, equilibrio y formación legal donde prevalezca administrar los procesos con especial apego a los aspectos jurídicos y cerrar de una vez y para siempre la fatal tendencia de “jueces” cargados de compromisos partidarios e incapaces de emitir sentencias creíbles y fundamentadas en una sana interpretación de la ley.

Las aberraciones y daños generados en el sistema partidario nuestro combinan la naturaleza autoritaria de la cúpula dirigente de las organizaciones, la falta de una ley de partidos que limite los excesos internos y la noción de repartos en el ámbito de las aspiraciones congresuales/municipales que se agravan porque los cinco (5) miembros del Tribunal Electoral actúan en franca complicidad de toda una tradición política que usa con vileza los espacios democráticos. Así, el descreimiento ciudadano se profundizó en la medida que las instancias llamadas a corregir el régimen de retorcimientos históricos dentro de la vida de las organizaciones encontró un singular impulso cuando en el año 2011 los criterios para integrar el órgano rector de las disparidades intra-partidarias cayó en manos sin el menor respeto y conciencia de la responsabilidad que descansaba sobre sus hombros.
Mariano Rodríguez, Mabel Féliz, José Manuel Hernández, John Giuliani y Marino Mendoza retratan la decadencia del Tribunal Superior Electoral debido al criterio con el que orientaron sus días en un órgano institucional que reprodujo en el orden práctico las inconductas de un modelo político promotor de la genuflexión frente al poder, recreando el uso de la nómina pública para designar a familiares al entender que sus cuotas constituyen una licencia para el disfrute pecaminoso de un espacio concedido por sus amos políticos. No puede reputarse de acontecimiento aislado el hecho de que el Tribunal Superior Electoral sea la instancia de peor reputación dentro del sistema de altas cortes. ¡Razones sobran!
El país merece un nuevo Tribunal Superior Electoral. Ningún líder, dirigente o figura estelar del sistema político puede transitar el mismo sendero del reparto indecente que caracterizó la elección de los cinco miembros que cesan en sus funciones, nueve meses después del plazo llamado a sustituirlos. Aquí lo que se aspira es a la edificación de un mecanismo institucional que administre correctamente los procesos electorales, sin que el amo de turno induzca al irrespeto de normas jurídicas esenciales.

Los integrantes del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM) deben consultar en su entorno, tocar las puertas de sectores de la sociedad civil sensatos y arquitectos del avance institucional alcanzado. Así gana la nación. Y fundamentalmente, el juicio de la historia no los condenará por degradar con el reparto la suerte de un sistema partidario caduco y desacreditado.

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