Que sea ejercicio permanente

Que sea ejercicio permanente

Los ayuntamientos del Distrito Nacional, Santo Domingo Norte y Santo Domingo Este han asumido la tarea de limpiar las márgenes de los ríos Isabela y Ozama y sembrar árboles, como parte de un plan de rescate ecológico muy necesario. Valoramos esta iniciativa y abogamos porque se convierta en un ejercicio permanente e incluyente, que despierte en la población un alto  interés y que la involucre en las tareas de limpieza y preservación. Muchos ríos de nuestro país han desaparecido por falta de una gestión permanente de preservación de sus cuencas y por la permisividad en cuanto al vertido de desperdicios sólidos y líquidos en sus cauces.

Así como la Secretaría de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales ha estado captando padrinos para cuidar reservas ecológicas, los ayuntamientos deberían asumir como rutina esto que realizan como operación temporal en las riberas del Isabela y el Ozama. Nuestros ríos, y principalmente los que atraviesan o bordean ciudades  importantes, son severamente  castigados por el hombre, que los emplea como vertedero de desperdicios. Se nos ocurre que Medio Ambiente, con toda la formalidad que el caso amerita, debería declarar a los ayuntamientos de todo el país como padrinos y vigilantes celosos de los enclaves ecológicos de sus respectivas demarcaciones. Pero eso sí, tiene que ser un ejercicio permanente, incluyente.

Parte de la gran deuda social

Si el país tiene un millón de analfabetos ha de ser culpa del Estado porque se ha valido de estrategias de alfabetización y escolaridad sin ningún carácter de obligatoriedad. Es obligación del Estado brindar educación, pero el Estado no asume que para la familia debe ser obligatorio hacer que los hijos acudan a recibirla. Construir planteles escolares por doquier no resuelve el problema.

El analfabetismo es parte de nuestra deuda social acumulada, como lo sigue siendo el hecho de que tengamos tasas de mortalidad neonatal (menores de un año) de 31 por cada mil nacidos vivos y de 38 por cada mil menores de cinco años, así como índices alarmantes de extrema pobreza. Es necesario modificar las estrategias de enseñanza temprana, de manera que hasta determinado nivel haya obligatoriedad de acudir a los centros educativos que provee el Estado. De otro modo, esta partida de la deuda social continuará creciendo.

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